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«No soy una actriz 'snob', ni me considero una actriz intelectual. Me gusta hacer de todo», afirmaba esta tarde Sigourney Weaver en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Valladolid. No cabe ninguna duda, porque a la neoyorquina de 74 años no hay personaje ... que se le resista: lo mismo encarna a la teniente Ripley, que en 1979 la lanzó al estrellato con 'Alien, el octavo pasajero', que se mete en la piel de la primatóloga Dian Fossey en 'Gorilas en la niebla' (1988), papel este por el que consiguió uno de sus dos globos de oro.
Con chaqueta y pantalón verdes, blusa blanca y una esplendida sonrisa, se presentó la tres veces nominada al Oscar en un salón presa de los nervios minutos antes de su llegada. «Tranquilos, que no vamos a ganar el Pulitzer por esto», decía con sorna un camarógrafo de televisión mientras trataba de colocar el trípode de la mejor forma posible. La actriz ofrecía una rueda de prensa tras el anuncio, el pasado martes, de que había sido galardonada con el Goya Internacional que este sábado recogera, durante la ceremonia de entrega de la 38ª edición de los Premios Goya.
«Estoy emocionada por ingresar por una noche en la familia del cine español. Para mí este es un tributo muy importante, me siento profundamente agradecida de que me abráis las puertas de vuestra comunidad, esto es un honor y estoy encantada», apuntaba, muy sonriente, pronunciando esta última palabra en perfecto castellano. Inteligente, sofisticada y elegante, la actriz ha reconocido en alguna ocasión que los 1,82 metros que mide le han pasado factura a la hora de que la escogieran para determinados papeles, así que una de las primeras preguntas estaba clara: ¿ha cambiado la cosificación hacia las mujeres en la industria del cine?
«Hollywood ha experimentado un progreso notable en el curso de mi trayectoria, y en este sentido hay que agradecer la inspiración que han proporcionado directores como Pedro Almodóvar, que cuenta historias complejas y al mismo tiempo entretenidas sobre mujeres de toda clase y condición», indicaba la actriz que debutó en la gran pantalla con 'Annie Hall'. Por otra parte, añadía, «desde el punto de vista del público también ha habido un cambio en Hollywood. En los primeros tiempos, se esperaban historias que satisfacieran el interés de una audiencia que eran hombres jóvenes y esto ha ido cambiando». En su opinión, «ahora estamos expuestos a personajes femeninos con muchas más facetas y desde el punto de vista del público hay también un apetito y unas y la audiencia tiene ganas de ver historias distintas que aborden una tipología mucho más variada de mujeres, de toda clase y condición y de todas las edades, también mayores».
Cabía pues preguntarle si le gustaría trabajar con el manchego en un futuro. «Me encantaría trabajar y algo hemos hablado de esta cuestión», avanzó. «Me consta que ahora está interesado en trabajar en lengua inglesa, lo que para mí es una buena noticia porque mi español no da, así que espero verle mañana y le preguntaré:'¿Qué hay de lo mío?'», respondió divertida.
No era Almodóvar el único al que tenía ganas de ver en la gala que se celebrará mañana en la Feria de Valladolid. «Estoy deseando encontrarme con Penélope, con la que ya he trabajado, con Jota (por Juan Antonio Bayona)», decía quien reconocía no haber visto las películas españolas nominadas. «Pero tendré la posibilidad de contactar con los directores y directoras, que sé que hay unas cuantas».
Con más de cien producciones a sus espaldas, Weaver ha trabajado también con cineastas españoles como Rodrigo Cortés, con el que rodó 'Luces rojas' en 2012, o el ya mentado Bayona, en 'Un monstruo viene a verme' (2016). Por eso, animada por las preguntas de los periodistas, se atrevió a comparar la industria española con la estadounidense. Contó que las experiencias con Cortés y Bayona fueron «hermosas y especiales». A su juicio, los equipos técnicos «son más pequeños, pero están más comprometidos». En este sentido, le llamó mucho la atención que todos los miembros del equipo técnico, del primero al último, «se habían leído el guion y conocían la historia y esto aporta una energía muy especial a la hora de contar estas historias que son muy concretas, específicas y originales y que acabarcan una gran diversidad de temas que no están movidos únicamente por el dinero o por los intereses de una franquicia, como sucede en Hollywood». En resumen, «son unas películas menos convencionales, más independientes y más individuales».
La actriz, caracterizada por dar vida a mujeres complejas, fuertes e independientes, denunció en 2010 el sexismo que imperaba en la Academia de Hollywood. Esta tarde se sorprendía al conocer las recientes acusaciones de abuso de poder y conductas sexuales improcedentes contra un director de cine español. «Mi solidaridad plena con las víctimas que han sufrido estos ataques», dijo antes de explicar que «cada vez que las mujeres que en este y otros sectores alzan la voz en contra de estos abusos, tenemos que estar agradecidas porque contribuyen a que nos sintamos más seguras». Y fue más allá: «Sabíamos que el #MeToo no podía cambiar las cosas de la noche a la mañana, pero es un proceso que se está dando en todos los campos y sirve para que se arroje luz sobre la existencia de estos casos». Además, señaló, «ha tenido un impacto en el empoderamiento de las mujeres y en la importancia de decir que no, que basta, de comunicar nuestros sentimientos, de que no hay que dar por sentadas ciertas cosas y de que debemos ser un poco menos confiadas».
No fue la única vez que se mojó. Así, reconoció que la igualdad entre hombres y mujeres no se ha alcanzado, pero se mostró convencida de que va a vivir ese momento. «Creo que lo vamos a ver y va a ser gracias a las propias mujeres, que son quienes lo están haciendo posible», señaló, poniendo de ejemplo la taquillera 'Barbie' de Greta Gerwig, «que cuenta una historia de amor desde un punto de vista distinto».
Desveló también que, a la hora de decantarse por uno u otro trabajo, el personaje no le interesa tanto como la historia. «Me interesan aquellas historias que me apetecen ver como público, que estén bien construidas, con su principio, nudo y desenlace, y que perduren. No me importa tanto que el personaje sea grande o pequeño. No soy una actriz 'snob', ni me considero una actriz intelectual. Me gusta hacer de todo en la medida en que se dé esta combinación, ya sea ciencia ficción, comedia...». No en vano, los mayores pelotazos de la actriz, nominada en tres ocasiones a los Oscar y con dos globos de oro y un bafta, se han dado en el género fantástico con las sagas de 'Alien', 'Los cazafantasmas' y 'Avatar', franquicia a la que regresó el pasado año con 'El sentido del agua' y en la que permanecerá como la doctora Grace por lo menos hasta la quinta entrega, cuyo estreno está previsto para 2031.
Y recordó que cuando de joven se preparaba para ser actriz recibió mensajes negativos por parte de sus profesores. «Me decían que no tenía talento, pero a pesar de aquella falta de motivación inicial, no me rendí», afirmó. Con un buen puñado de proyectos de cara al futuro, Weaver se permitió analizar la evolución de la industria y explicó que dispositivos como los móviles, con los que se pueden hacer películas, han conseguido que «el cine sea cada vez un medio más democrático y que haya una mayor pluralidad de voces». Finalmente, sobre la inteligencia artificial, indicó que espera que «no interfiera demasiado», pero que sí lo hace «permita que se generen historias nuevas y no ya trilladas».
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