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Jesús Guzmán, el entrañable Braulio de 'Crónicas de un pueblo', falleció este martes a los 97 años. Con 155 películas y más de 300 obras de teatro a sus espaldas, el actor se convirtió, a lo largo de su larga trayectoria de 85 años, en ... uno de los rostros más prolíficos del cine, el teatro y la televisión de nuestro país, medios en los que destacó como secundario gracias a un don innato para la comedia, pero fue el papel de Braulio en la primera serie que dirigió Antonio Mercero para RTVE, entre 1971 y 1974, el que le llevaría al cénit de su popularidad.
Contaba Guzmán que a punto estuvo de no hacerla porque él solía desplazarse a los rodajes en su seiscientos y no daba con Santorcaz, la localidad pequeña a 50 kilómetros de Madrid y de apenas 800 habitantes, que servía de escenario a Puebla Nueva del Rey Sancho, la aldea ficticia de Castilla en la que se ambientaba esta historia que narraba el día a día y los problemas de los lugareños del pueblo. «Soy tan despistado que me perdí. Me adentré en dos pueblos, que no eran, y dije: 'Como el tercero no sea, me voy a mi casa'». Y tampoco en este hubo suerte, pero sí que le dijeron que a otros 4 kilómetros estaban rodando una serie.
Cuando llegó por una carretera de gravilla, le vistieron de cartero y le dieron la bicicleta que siempre le acompañaba pero que tan solo montó en una ocasión, en uno de los últimos episodios del serial. Gracias a la ficción, al actor aún le seguían parando por la calle. «Si no fuera por 'Crónicas de un pueblo', no sería tan popular como, gracias a Dios, soy. La hice de casualidad, pero si me descuido no la hago. Me pasa como a Antonio Ferrándiz, a él todo el mundo le conoce por Chanquete, a mí por Braulio», recordaba a este periódico acerca de aquellos domingos por la noche en los que las calles quedaban desiertas para ver la serie y escuchar, entre otras cosas, la simpática muletilla con la que se desenvolvía el cartero: «Y digo yo». Una época con tan solo dos canales en la que las audiencias superaban los 20 y los 30 millones de espectadores.
Guzmán nació en Madrid en 1926 en el seno de una gran saga de artistas. Sus padres eran los actores Rafael Guzmán y Aurora Greta, pero es que también era nieto y biznieto de intérpretes, así que desde el primer momento sus pasos estuvieron enfocados hacia el mundo de la interpretación. «Trabajé desde pequeño», explicaba, pues sus progenitores llevaban una compañía de teatro con diez o quince comedias de repertorio en las que siempre reservaban algún papel para el pequeño.
Pasó su infancia en la ciudad de Barcelona y debutó a los nueve años en el escenario con la obra 'Pasión y muerte de Jesús'. Poco después interpretó diversos papeles secundarios en compañías como la de Guadalupe Muñoz Sampedro y realizó una gira por Latinoamérica.
De regreso a España, debutó en el cine con la película 'Manolo, guardia urbano' (1956), de Rafael J. Salvia. Luego llegarían otros papeles de reparto en filmes como 'Tres de la Cruz Roja', 'Atraco a las tres', 'Búsqueme a esa chica', 'Sor Citroen', 'Se armó el Belén' o 'Historias de la televisión', donde daba buena cuenta de su pericia para la comedia, y también en algunos westerns de la época como 'El bueno, el feo y el malo', 'La muerte tenía un precio', '¿Quién grita venganza?' u 'Ocaso de un pistolero'.
Tras tocar el cielo con Braulio a las órdenes de Mercero, con quien décadas más tarde se volvería a encontrar en otra exitosa serie, 'Farmacia de guardia', puso el foco en la televisión, con papeles episódicos en series como 'Médico de familia' o 'El comisario' y el teatro, fundando su propia compañía, con la que estuvo girando catorce años, y haciendo incursiones en el género de la revista.
Con tantas películas en su haber, el actor siempre se mostró incapaz de escoger cuáles le habían gustado más. «Todas, porque lo importante no era la película, sino los compañeros», decía. «Si tengo un compañero enfrente que, aparte de ser muy bueno, es muy buena persona, yo me crezco», señalaba, y ponía como ejemplo a Pepe Isbert, con el que «era una delicia trabajar».
La Asociación de Amigos de los Teatros de España (Amite) le concedió en 2012 su medalla de oro por su longeva trayectoria en el mundo del cine y del teatro. Nueve años más tarde, con motivo de la celebración de los homenajes del 50 aniversario del inicio de 'Crónicas de un pueblo', Guzmán visitó Santorcaz donde le entregaron una placa y el salón de actos pasó a llevar su nombre. Aseguraba el actor que a él se le olvidaban «enseguida» los papeles en los que había trabajado «porque he hecho tantos...», pero su presencia habitual en buena parte de las producciones de este país es imborrable.
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