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El miedo que da un enano subido a un poni

El miedo que da un enano subido a un poni

Malas y malos de serie ·

La magia del cine, porque se supone que es Robert Mitchum a caballo

Domingo, 4 de agosto 2024, 00:32

Un mono a caballo da miedo. Es culpa de 'El planeta de los simios'. Lo sorprendente es que dé miedo un enano montando un poni. Y esa es una de las imágenes más perturbadoras de 'La noche del cazador'. La magia del cine, porque se supone que es Robert Mitchum a caballo. La silueta inquietante de Harry Powell a caballo. Como Charles Laughton, el director, quería una gran perspectiva del malo y el estudio no permitía la profundidad de campo, utilizó a un enano sobre un poni. Una falsa perspectiva. Un resultado espectacular.

Hay películas y malos que dan pánico cuando eres pequeña y los ves en la tele. Uno es el predicador Powell que lleva en los dedos de una mano tatuado hate (odio) y en la otra love (amor). Y que persigue a un niño y una niña después de matar a su madre. La madre es Shelley Winters, que suele tener mal ojo para elegir hombre. Al menos en 'Lolita' y en 'La noche del cazador'. El padre (también muerto, pero este ejecutado y compañero de Powell en la cárcel) les había dejado un fajo de billetes tras un atraco que los niños llevan consigo mientras huyen en una barca y van a parar a la casa de la señorita Cooper (Lillian Gish), hada buena del cuento, que tiene recogidos varios menores no acompañados. Lillian alterna su opinión sobre las mujeres. A veces están todas locas. A veces son todas tontas. Que luego ella tiene que recoger a los niños. No le falta razón.

'La noche del cazador' es una obra maestra de un director que solo hizo una película. Una película criticada y un fracaso de taquilla. Qué ojo. Basada en la novela de Davis Grubb, publicada por Anagrama, el guión es de James Agee y el propio Laughton. Un cuento de terror para niños. Cuando eres niña te dan miedo Drácula, Frankenstein o el señor malo de 'El cebo'. A Mel Brooks también le daba miedo 'Frankenstein'. Cuenta en sus memorias que la vio a los cinco años y cerró la ventana para dormir. Hacía un calor espantoso. Para convencerlo de abrirla, su madre le dijo que sí, que Frankenstein quería venir a comérselo. Pero habría problemas. Primero tenía que ir desde Transilvania a Brooklyn. Coger un autobús o un tren y luego un barco. Nadie iría a recogerlo. Y una vez llegado a América no tendría ni idea de cómo funciona el metro. En el caso de que consiguiera llegar a Brooklyn, tendría que dar con South Third Street y comerse primero a los Rothstein, cuya ventana sería la primera abierta que encontraría. La madre no tenía muy claro de dónde venían los monstruos. Los monstruos como Harry Powell vienen de cualquier sitio. Es un ogro adaptable a cualquier realidad. La fotografía de Stanley Cortez afianza el tono de cuento. Esos claroscuros, ese expresionismo, esa América rural en plena Depresión, esos primeros planos de animales con los niños al fondo.

Una vez Katherine Hepburn gritó a Robert Mitchum que no sabía actuar y que no saldría en una sola película si no fuera atractivo. Para no ser buen actor, vaya dos villanos en la historia del cine: Harry Powell y el Max Cady de 'El cabo del terror' (1962).

La legendaria Lillian Gish preguntó a Laughton para qué la quería a ella. Le dijo que cuando iba al cine de pequeño a verla, la gente se sentaba derecha y echada hacia delante. Ahora se repantigaban. Quería que volvieran a estar derechos. Así veía yo 'La noche del cazador', aunque fuera en la tele. Como Ana Torrent 'Frankenstein' en 'El espíritu de la colmena'.

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