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Marga Martínez da vida a doña Petra en 'La Promesa'. R. C.
Doña Petra: Ama de llaves, ama de odios

Doña Petra: Ama de llaves, ama de odios

Malas y malos de serie ·

Las series diarias españolas, sobre todo las de TVE, tienen callo en lo de escribir mujeres perversas

Domingo, 28 de julio 2024, 00:27

Quizá algún día alguien sueñe que vuelve a La Promesa. Algo así podría decir una de las chicas de servicio bajo el yugo de doña Petra Arcos, el ama de llaves en la serie 'La Promesa' (la finca-palacio se llama así). Aunque la marquesa, como Joan Fontaine en 'Rebeca', también está un poco dominada por ella. Es lo malo de compartir secretos, maldades y pecados poco originales. Doña Petra es como la señora Danvers (Judith Anderson) en la película de Hitchcock, pero muy española. Con pinta de ama de llaves española. Como Montse Tomé, la seleccionadora femenina de fútbol cuando se marca ese moño alto. Qué miedo da. Cuenta Lillian Hellman en sus memorias que cuando escribió 'La loba' tuvieron problemas con el reparto. Ofrecieron el papel principal a Ina Claire y Judith Anderson. «Las dos tenían una buena razón para rechazarlo: afirmaron que el personaje era antipático, un miedo común entre las actrices antes de que ese concepto pasara de moda». La estrenó Tallulah Bankhead. Tiene gracia ese temor de Judith Anderson a que su imagen quedara fijada en una obra de teatro, cuando luego quedó inmortalizada con su Danvers de 'Rebeca'. Porque incluso cuando la veíamos en 'Santa Bárbara' (1984) como matriarca de los Minx, muy vieja y muy diminuta, pensábamos en que había sido la señora Danvers.

Como Danvers, doña Petra aparece de la nada, como un personaje de dibujos. Interpretada por Marga Martínez, al principio era la doncella personal de la marquesa de Luján (Eva Martín). Y a la manera de la Sarah O'Brien (Siobhan Finneran) de 'Downton Abbey' (la gran inspiración inicial de 'La Promesa') era una doncella bicho. Tan bicho como su señora. La maldad más suave (porque hay cosas del pasado todavía no desveladas pero intuidas) fue secuestrar al niño recién nacido de doña Pía (María Castro), entonces el ama de llaves, y abandonarlo en un convento. Como luego María Castro estaba muy embarazada (de verdad, no como cuando tuvo el niño de ficción) la rebajó a criada de las de fregar los suelos de rodillas y le pusieron unos uniformes que lo mismo se podía haber puesto un elefante para disimular el volumen. Doña Petra, chantajeando a la señora marquesa con las abyecciones cometidas por ambas, consigue ser ama de llaves. Y maltrata hasta a los mayordomos. No se sabe muy bien por qué, pero en La Promesa hay dos mayordomos.

Las series diarias españolas, sobre todo las de TVE, tienen callo en lo de escribir mujeres perversas. En 'Acacias 38' empezaron con doña Cayetana, la mejor mala del serial y uno de los mejores personajes de la última ficción española. Un pedazo de zorra y una asesina sin escrúpulos. Sara Miquel hizo una enorme malvada. Mujer fatal y letal con peinados imposibles. Llevaba como varias medusas en la cabeza. Desaparecida en su día, en la maldad fue sustituida por doña Úrsula, otra para echar de comer aparte que hasta se metió a monja. Para enredar. A doña Úrsula la mató Genoveva, que se hizo con el negociado de la vileza en Acacias. En los últimos capítulos, a Genoveva le salió una hija de la nada. Crecida. La hija, que no se veía buena, envenenó a la madre. Y veíamos a la hija hablar con alguien que en principio no sabíamos quién era. «Vamos a ser las amas de esta ciudad, doña Cayetana». ¿Que no estaba muerta la de los peinados? Ay, madre. Un final por todo lo alto.

Doña Petra sigue porque 'La Promesa' sigue. Envenena, echa la culpa a otros, malmete… Lo bueno con Petra es que no hay incertidumbres. Nos lo ratifica Faulkner: «Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás».

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