'Wicked', un simpático regreso a Oz en clave juvenil, pero excesivamente largo

Hay una secuencia de 'El mago de Oz' (Victor Fleming, 1939) que parece casi magia. Tras verse envuelta en un tornado, una pizpireta Judy Garland abre la puerta de la casa en la que ha surcado los cielos y el triste color sepia que inundaba su vida deja paso a la saturación propia del technicolor. Fue un momento único para el celuloide, que no muchos vieron en la gran pantalla porque la película fue un absoluto fracaso en su estreno. Hubo que esperar a su reposición en cines, diez años más tarde, y a su paso por la televisión para que la cinta basada en la novela 'El maravilloso mago de Oz', de Lyman Frank Baum, se convirtiera en un éxito incontestable.

En 'Wicked' difícilmente podría haber una escena tan memorable, pero no será porque su diseñador de producción, Nathan Crowley, y el de vestuario, Paul Tazewell, con un equipo de 150 personas entre sastres, modistos, tejedores y bordadores, no lo hayan intentado, con un mimo y un cariño inusuales para los tiempos que corren. Así, los necesarios efectos digitales se integran de forma exquisita y orgánica con los sets construidos artesanalmente para representar los distintos enclaves de un lugar que solo existe en la imaginación. Baste un par de ejemplos: se plantaron hasta nueve millones de tulipanes para dar vida a la Tierra de los Munchkins.

Dirigido por Jon M. Chu, el filme que llega este viernes a la cartelera es una precuela basada en el musical homónimo que se estrenó en 2003 y que cuenta el origen de las brujas de Oz, pero técnicamente da comienzo cuando Dorothy ha derretido a La Bruja Malvada del Oeste lanzándole un cubo de agua, es decir al final de la película original. No en vano, a la pequeña se la ve fugazmente junto al León Cobarde, el Espantapájaros y el Hombre de Hojalata caminando por el suelo de baldosas amarillas, mientras Glinda, a la que da vida Ariana Grande, viaja por todo el valle para dar la buena nueva. Su primera parada es en el pueblecito donde Dorothy recaló al principio de su aventura, con un número musical que homenajea a esta, en el que los lugareños se preguntan si es posible nacer mala o es la vida la que te lleva a ello.

Es entonces cuando una niña pregunta a Glinda si es verdad que ella y la bruja habían sido amigas en el pasado. Justo en ese punto comienza esta historia que narra el origen de Elphaba, maravillosamente encarnada por Cynthia Erivo, la bruja verde que acabaría sembrando el pánico en Oz. Hijastra del gobernador de la Tierra de los Munchkins, a diferencia de su hermanastra, Nessarose, nunca se sintió querida por su padre y fue repudiada y marginada por sus congéneres debido a la extraña pigmentación de su piel. Ya entonces, enfrentada a los niños que se burlaban de ella, daba muestras de un poder sobre el que tardaría años en tener el control.

De él hace gala cuando, en un momento de tensión, se ve obligada a aislar a su hermanastra, en su primer día de clase, de los alumnos y profesores de la Universidad de Shiz. Será entonces cuando la responsable del centro, Madame Morrible (Michelle Yeoh) se fije en sus habilidades y le invite a estudiar en la facultad de Hechicería. Así, quién sabe, quizá podría conocer algún día al mago de Oz, al que da vida un divertido pero poco explotado Jeff Goldblum. Con lo que no contaba ella es con que tendría que compartir habitación con Galinda, una joven privilegiada y pija con ganas de aprender magia.

Es el punto de partida de este regreso a Oz, en clave juvenil y con un fino sentido del humor -no se toma a sí misma muy en serio-, que bien puede recordar a sagas como la protagonizada por Harry Potter, ya que toca buena parte de sus mismos asuntos, con sus romances y sus inseguridades. Pero en una jugada inteligente, 'Wicked' decide cambiar los roles, dibujando a Elpheba como a joven brillante y comprometida, mientras que Glinda peca de cursi –algo barruntábamos–, superficial, egoísta y un pelín tonta.

Dos personalidades completamente opuestas que irán limando asperezas para abordar una historia acerca de los prejuicios y sus consecuencias -el odio, la envidia, el miedo, los celos-, la amistad, la diversidad o el camino hacia la madurez y que, según va a avanzando, se va tornando en una fábula más oscura que alza su voz contra los fascismos y los populismos que buscan un enemigo común, a base de falsedades -qué interesante es la idea de los animales y los humanos comunicándose y cohabitando Oz sin fricciones-, para infundir el miedo entre la gente.

Con buenos números musicales aunque pocos de ellos memorables -el que enfrenta a las dos protagonistas, el de la biblioteca y ese baile en silencio que emociona de verdad-, el gran problema de 'Wicked' está en su exceso de metraje, algo habitual en el entorno de las grandes producciones. Pero es que aquí se frena muchísimo la narración y le cuesta horrores entrar en materia. Cabe señalar que el musical original dura dos horas y media, mientras que esta película se alarga diez minutos más. ¡Y aún queda la segunda parte, que se estrenará a finales de 2025! Pese a todo, 'Wicked' parece venir dispuesta a reventar una taquilla que ya está dando grandes alegrías a 'Gladiator II'. ¿Habrá un 'Wickediator' al estilo 'Barbenheimer'?

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