Secciones
Servicios
Destacamos
Hace 36 años, Tim Burton irrumpía en las salas de cine con una cinta tan original y divertida que acabaría instalándose entre los grandes títulos del fantástico. No era su primer largometraje -ese honor corresponde a 'La gran aventura de Pee-Wee'-, pero sí fue la cinta en la que el autor de películas como 'Ed Wood' o 'Mars Attacks' desplegó por vez primera su extravagante y rico universo personal, pese a que el de Burbank (California) no escribió ni una sola línea de su guion. De alguna manera, aquella obra forjó su sello autoral.
'Bitelchús' seguía los pasos de Bárbara y Adam Maitland, una pareja que disfruta de su enorme casa en una colina de Winter River, un coqueto pueblo de Connecticut, hasta que un buen día, por no atropellar a un perro, fallecen al caer al río con el coche. Los Maitland se convertían en fantasmas, condenados a vagar durante años por la vivienda, pero las cosas se complicaban cuando el inmueble era adquirido por la familia Deetz. La pareja, entonces, se veía obligada a contratar los servicios de Bitelchús (Michael Keaton), un demonio histriónico y repugnante, que trabaja por cuenta propia como bioexorcista, para ahuyentar a los nuevos propietarios. Sin embargo, el matrimonio pronto entablaba amistad con Lydia Deetz (Winona Ryder), la hija gótica del padre de familia, que descubría entonces que tenía poderes sobrenaturales y podía ver a los muertos.
Con llamativos efectos especiales y una imaginación desbordante para retratar el más allá -un lugar lleno de oficinas con interminable burocracia- y a los curiosos personajes que por allí pululan, esta comedia terrorífica acabó conquistando al público y recaudando más de 74 millones de dólares, con un presupuesto de 15 millones de dólares, y dando pie, incluso, a una serie de animación infantil.
Tres décadas y media después, Burton regresa este viernes a este universo para continuar con la historia de Lydia, toda una estrella de la televisión ahora, gracias a los programas de misterio que presenta. Hace pareja con Rory, su representante y novio, al que encarna Justin Theraux, y es madre ausente -por aquello de que la joven estudia en un internado- de Astrid (Jenna Ortega), una inteligente adolescente que perdió a su padre y con la que no mantiene muy buena relación, al igual que la propia Lydia no se llevaba bien con los suyos. Para colmo de males, Astrid cree que su madre es una estafadora y no tiene poderes, una postura que le sirve a Burton para ahondar nuevamente en la insalvable distancia e incomprensión entre personas de distintas generaciones.
Una vez más el punto de partida es una tragedia, que llevará a tres generaciones de la familia Deetz a volver a la casa en la que Lydia creció. Todo transcurre con relativa normalidad hasta que Astrid sube al desván en el que los Maitland pasaban su condena y comienza a percibir fenónemos extraños. Con los problemas que se avecinan en el reino de los vivos y el de los muertos, parece cuestión de tiempo que alguien vuelva a nombrar a Bitelchús tres veces.
En efecto, como buena secuela / remake de cinta ochentera, 'Bitelchús Bitelchús' repite en cierta medida los esquemas de la película original, pero lo hace con mimo y cariño, aportando una frescura a menudo ausente en este tipo de producciones que únicamente buscan sacar rédito de la nostalgia. Prueba de ello es el regreso a los efectos especiales más artesanales y exquisitos -los gusanos de arena jamás habían tenido mejor aspecto- o las secuencias de 'stop-motion' presentes en el filme, que habrían perdido toda su magia de haberse llevado a cabo por ordenador.
Llena de humor absurdo, ironía y guiños a la cinta original -sí, la mítica 'Day-O (The Banana Boat Song)' vuelve a sonar y hay dos números musicales petardos y estimulantes-, Burton aprovecha esta oportunidad para profundizar en los orígenes de Bitelchús, introduce a una chupa almas como su némesis (Monica Belucci), y a un actor de serie b que ahora se cree un policía (William Dafoe); se carcajea del mundo del arte a través del personaje de Delia Deetz, la madrastra de Lydia, a quien da vida Catherine O'Hara, que está fantástica, e indaga en ese más allá de arquitectura imposible, burocracia interminable y oficinistas hasta el gorro.
Con un par de giros interesantes, esta simpática secuela no impacta tanto como la entrega original y quizá sea algo más caótica, pero mantiene el interés gracias a un ritmo estupendo y un puñado de buenas ideas bien ejecutadas. Además demuestra, una vez más, que no nos merecemos a Keaton, increíble en la piel de este bufón socarrón y asqueroso.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.