La revolución de las mujeres iraníes

Mohammad Rasoulof (Shiraf, Irán, 1972) huyó a pie de su país y sin el móvil pocos días antes del pasado Festival de Cannes. En 2009, 'The White Meadows', presentada en San Sebastián, le valió una sentencia de 6 años por «propaganda contra el país». Cuando estrenó en Cannes en 2017 'Un hombre íntegro', las autoridades le prohibieron salir de Irán y hacer cine. Hace cuatro años, su hijo recogió el Oso de Oro en la Berlinale por 'La vida de los demás' al estar encerrado en una celda «del tamaño de un sofá». El pasado mayo recibió una nueva condena: 8 años de cárcel, 20 latigazos y la confiscación de todos sus bienes. Su delito: «Colusión con la intención de cometer crímenes contra la seguridad del país».

El director, que vive su exilio en una ciudad alemana que mantiene en secreto, rodó 'La semilla de la higuera sagrada' de manera clandestina y sin pedir ningún tipo de permisos. En el plató iba siempre cubierto con gorra y gafas. Cuando se presentaba la policía, el realizador se escabullía y un técnico de sonido ocupaba su lugar. Rasoulof consiguió sacar la película del país antes del montaje. En Cannes, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado, el del Jurado Ecuménico y el crítico de la FIPRESCI, sostuvo las fotografías de dos actores protagonistas, retenidos en Teherán. El filme, rodado en Irán y hablado en farsi, representa a Alemania en los Oscar.

Valga esta larga introducción para destacar el carácter de acontecimiento que tiene el estreno en los cines españoles de 'La semilla de la higuera sagrada', que también mereció el Premio del Público a la mejor película europea en el Zinemaldia y su director la Espiga de Honor en la última Seminci, que no pudo recoger en 2018. La acción transcurre en el otoño de 2022, cuando las calles de Teherán ardían en protesta por la muerte de la joven Mahsa Amini tras su detención por llevar el velo mal puesto. Rasoulof utiliza imágenes reales de las protestas y la represión capturadas por los móviles esos días. Más de 22.000 personas fueron detenidas y siete ejecutadas en la horca. Nunca oculta que este drama social que deriva en thriller es, ante todo, un grito de socorro al mundo.

Un rótulo inicial advierte sobre el «inusual» ciclo de vida de la ficus religiosa o higuera sagrada. Sus semillas caen sobre otros árboles contenidas dentro de las heces de los pájaros. Las raíces aéreas abrazan al árbol huésped hasta estrangularlo. «Por último, la higuera sagrada se sostiene sobre sí sola».

El simbolismo es evidente. Rasoulof nos dice que la semilla de la rebelión contra la república islámica y teocrática está plantada en mujeres como las protagonistas, la esposa y las dos hijas de un juez de instrucción recién nombrado. Un buen hombre que tiene conflictos morales porque siempre ha cumplido su oficio con decencia, pero al que ahora obligan a firmar sentencias de muerte.

Los largos 168 minutos del filme desarrollan el miedo y la paranoia que atenaza a esta familia, que puertas adentro de su casa parece occidental, pero que nada más pisar la calle se siente amenazada y vigilada. La desaparición de la pistola del padre complicará las cosas. El omnipresente hiyab, la represión cotidiana y el uso de las redes sociales como herramienta de rebelión se muestran casi de manera documental en un duro testimonio que a veces peca de poco sutil, pero que apuesta sin dudarlo por las mujeres como protagonistas de la revolución contra el régimen de los ayatolas.

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