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La ficción siempre anticipa la realidad. En una escena de 'Puan', dos profesores de Filosofía Política de la Universidad de Buenos Aires (UBA) enfrentados por la misma cátedra se manifiestan porque el centro ha amanecido cerrado al cortarle el Gobierno la asignación presupuestaria. Los actores ... que los encarnan, Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia, repitieron la misma escena el pasado 14 de marzo al concentrarse a las puertas del cine Gaumont de la capital bonaerense en protesta por el desmantelamiento del cine argentino a cargo del Ejecutivo de Milei. Tal como ocurre en la película, la Policía acabó dispersando a los manifestantes con gases lacrimógenos.
La UBA todavía no está en quiebra, como en la cinta de María Alché y Benjamín Naishtat que llega a los cines el 27 de marzo, pero el Gobierno ha prorrogado su presupuesto sin tener en cuenta la inflación interanual del 276%, lo que la condena a la parálisis en los próximos meses. Ganadora de los premios al mejor guion y al mejor actor para Marcelo Subiotto en el Festival de San Sebastián, 'Puan' captura el estado de crisis, estupefacción y rebelión que vive Argentina. Lo hace desde el prisma de una comedia que cita sin despeinarse a Platón, Spinoza, Rousseau y Hobbes. No solo no resulta pedante, sino que es divertidísima, tierna y actual.
El cine español apenas ha frecuentado el ámbito universitario: 'Tesis' es la primera película que nos viene a la cabeza a la hora de abordar un territorio propicio a los egos y las luchas de poder. 'Puan' toma su nombre de la calle de Buenos Aires donde se ubica su centenaria Facultad de Filosofía y Letras, que ha acabado bautizando a la universidad más masiva de América Latina. Una marea de estudiantes entregados a disquisiciones metafísicas con un ejército de profesores malpagados en aulas empapeladas de proclamas políticas.
Un microcosmos irreverente y extravagante que experimenta una conmoción cuando uno de sus profesores más veteranos sufre un infarto mientras practica running en la primera escena del filme. El sucesor natural en la cátedra parece su mano derecha (Marcelo Subiotto), un tipo frágil e inseguro, derrotado ya tras años de enseñanza y con una vida familiar un poco desastrosa. Sin embargo, aparece un antiguo compañero recién llegado de Alemania (Leonardo Sbaraglia), un tipo más joven, atractivo y carismático, que tiene una novia famosa (la actriz y cantante Lali Espósito), fascina a los alumnos, triunfa en las redes sociales y apuesta por nuevos métodos pedagógicos.
Woody Allen, cuya sombra se proyecta sobre 'Puan', sostenía que los intelectuales son como la mafia: solo se matan entre ellos. La rivalidad entre los dos profesores protagonistas sustenta los primeros compases de la cinta, que según avanza se va haciendo menos caricaturesca. El personaje que borda Marcelo Subiotto debe entretener a una señora rica dándole clases de filosofía para llegar a fin de mes, así como impartir talleres en barrios pobres acompañado de un policía. Los directores redondean la sátira social con el retrato de un buen tipo que, pese a todo, ama su oficio aunque se sabe fuera de una época convulsa. Como el que no quiere la cosa, en 'Puan' también se habla de gentrificación, lenguaje inclusivo, inflación, sororidad y nuevo feminismo.
«Nos interesaba el desafío de combinar el solemne mundo de la academia y la filosofía con un protagonista torpe y algo perdido en el presente para darle un toque singular a la película», justifican María Alché y Benjamín Naishtat. «En 'Puan' todos los personajes se enfrentan a un mundo sin certezas, donde nada es lo que era. Escribimos y filmamos en busca de la risa, pero de forma muy seria».
La UBA ha lanzado un vídeo en redes sociales demostrando que dotar de recursos la enseñanza pública no es un gasto, sino una inversión. «Acá se graduó el arquitecto que construyó tu casa. Acá se graduó la odontóloga que te sacó ese dolor que nadie más entendía», enumera una reivindicación que comparte 'Puan'. Las risas no evitan que la película se interrogue sobre el papel esencial de la universidad en la sociedad, así como la tarea de la filosofía para que la gente aprenda a pensar de manera crítica. Los egos se aparcan cuando toda defender a la universidad pública como una comunidad intelectual y afectiva.
«Estamos felices de que la película sea también un objeto de pensamiento político, un objeto de preguntas que interpelen el presente más urgente en Argentina. Bienvenida sea si es un estamento de defensa de la educación pública, que es algo que debería unirnos a todos», defendía Benjamin Naishtat en el Festival de San Sebastián.
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