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Las estanterías de nuestro hogar albergan los recuerdos de una vida. Son un mapa sentimental con los libros que leímos, las fotos que capturaron instantes importantes y los souvenirs de nuestro paso por el mundo. Pilar Palomero recorre con su cámara la librería del personaje que encarna Antonio de la Torre, un escritor fracasado aquejado de una enfermedad terminal que nunca se cita (¿ELA? ¿cáncer?), al que le quedan pocas semanas de vida. Parece llamado a morir solo como un perro, pero su hija y su exmujer, con la que no tiene trato desde hace quince años, lograrán que reciba calor humano en esos últimos días.
Suena terrible y, en efecto, 'Los destellos', tercer largometraje de la directora zaragozana, aborda un tema tan duro como la muerte, los cuidados paliativos y el vacío que deja la marcha de los seres queridos. Sin embargo, la mejor cinta a concurso vista ahora en San Sebastián desprende esperanza y luz, como esos destellos del título. Palomero obtuvo cuatro Goyas con su ópera prima, 'Las niñas', que exploraba la memoria sentimental de la España del 92 a través de los ojos de una cría, álter ego de la propia realizadora. En 'La Maternal' proponía una abrupta manera de decir adiós a la adolescencia en un universo femenino de adolescentes embarazadas, en el que los hombres no estaban presentes. Ahora adapta un relato de la guipuzcoana Eider Rodríguez, 'Un corazón demasiado grande', Premio Euskadi de Literatura, y consigue su largometraje más redondo.
«Me da pena que esté enfermo, pero es un marrón», se disculpa la madre que encarna una soberbia Patricia López Arnaiz a su hija (Marina Guerola). Ella vive en el campo, donde regenta una casa rural y ha rehecho su vida junto a un buen tipo (Julián López, en su primer papel dramático). Intuimos que las cosas acabaron mal con el personaje de Antonio de la Torre, cuya presencia ante la cámara Pilar Palomero retrasa hasta bien pasada media hora del metraje. Al principio ella no quiere ni entrar en su habitación de un piso desvencijado, que parece detenido en el tiempo en una pequeña ciudad de provincias del Mediterráneo. Poco a poco se irá quebrando el resquemor que los separa.
Antonio de la Torre, un actor extraordinario, a veces es propenso a lucirse para demostrar todos sus registros. Aquí acata el pudor con el que Pilar Palomero narra esta historia sobre el balance vital y la buena muerte. Con su barba canosa, ojos vidriosos y aspecto frágil, el malagueño ni siquiera tiene muchos diálogos. Le basta su mirada para comunicar el miedo, el desamparo y el agradecimiento hacia la mujer con la que un día tuvo un proyecto de vida. La directora no se recrea en los estragos de la enfermedad y rueda el momento del fallecimiento de manera ejemplar. Porque resulta más doloroso ver nuestras pertenencias en bolsas que la agonía sobre un lecho.
Tampoco hay banda sonora en 'Los destellos', salvo un par de canciones diegéticas, entre ellas 'A tu vera', en la voz de Lola Flores, que acompaña una emocionante escena en la que el padre baila con su hija. Palomero consigue una película pequeña y conmovedora, que pone su lupa en los cuidadores, casi siempre ellas, que también necesitan que alguien les cuide. Curiosamente 'Los destellos', que se estrena en cines el 4 de octubre, coincide en el tiempo con otro largometraje que habla de morir con dignidad, aunque en un registro muy distinto: 'La habitación de al lado', de Pedro Almodóvar.
A diferencia del manchego, Pilar Palomero no engola la voz ni otorga una dimensión política a su relato. Apela a disfrutar del sol y el aire que nos azota el rostro y de la belleza de la prosa de Juan Ramón Jiménez en 'Platero y yo'. Qué doloroso debe ser para este hombre no poder ver crecer a su hija, que estudia para ingeniero agrónoma. ¿Qué nos mueve a acompañar en su lecho al hombre que una vez amamos? ¿La lástima, la compasión, la humanidad? Hay un momento en 'Los destellos' en el que un grupo de apoyo a enfermos terminales, que intuimos se interpreta a sí mismo, acude a la casa del protagonista para aconsejarle sobre el tránsito. De pronto es como si la ficción diera paso al documental y la empatía de estos profesionales nos desarma. 'Los destellos' resulta revolucionaria porque en estos tiempos cínicos apela a la bondad.
«Me podría haber planteado que fuese el hombre el que cuida, pero creo que no hubiera sido realista, sinceramente», reconoció Pilar Palomero en San Sebastián. «Es así, las mujeres somos las que cuidamos y esto tiene que cambiar. Los cuidados tienen que venir de parte de todos y debería ser algo cultural. Tendría que haber una red de cuidados mutuos, que vayan más allá de la propia familia». La directora se puso en contacto con médicos de paliativos. «Uno de ellos me confirmó que, en sus más de 50 años de profesión, siempre que ha habido parejas separadas cuidando uno del otro, el 90% de los casos eran mujeres».
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