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María Vázquez y Adriana Ozores protagonizan 'Los pequeños amores',
'Los pequeños amores': Cuando le toca a la hija cuidar de la madre

'Los pequeños amores': Cuando le toca a la hija cuidar de la madre

Celia Rico emociona en el Festival de Málaga con 'Los pequeños amores', un sensible y detallista retrato materno-filial que se estrena el 8 de marzo en los cines

Oskar Belategui

Málaga

Jueves, 7 de marzo 2024, 10:44

Cuando la vida se para por una urgencia entramos en un 'impasse' que, más allá de la tragedia, puede ser provechoso. Es lo que le ocurre a la protagonista de 'Los pequeños amores', que regresa por unos días de Madrid al pueblo en el que ... creció porque su madre se ha fracturado la pierna y no puede valerse sola. María Vázquez y Adriana Ozores protagonizan el segundo largometraje de Celia Rico, que en su alabada ópera prima, 'Viaje a la habitación de una madre', ya abordó las relaciones materno-filiales, aunque a una edad distinta. La cinta, que llega hoy a las salas, compite en el Festival de Málaga y tiene muchas posibilidades de figurar este sábado en el palmarés.

Tráiler de 'Los pequeños amores'.

Vázquez y Ozores se llevan en la vida real veinte años. Ambas dotan de verdad y naturalidad unos personajes que la directora retrata con sus pequeños gestos cotidianos. Viuda desde hace años, la madre se las arregla muy bien en una casa de campo vivida que necesita una mano de pintura. Hasta que su empeño por hacer todo sola la confina en una silla de ruedas. Esa soledad la ha hecho borde y amargada en su relación con los demás. No le va a poner las cosas fáciles a la hija.

Ésta sufre con claridad la crisis vital de los cuarenta, ese periodo en el que se empieza a intuir que los sueños no se van a poder cumplir. Vive sola y mantiene una relación a distancia con un hombre casado que no parece tener mucho futuro. Su horizonte profesional y académico tampoco ha sido el esperado. La madre, claro, le recrimina que se va a quedar sola porque no se ha casado y tenido hijos. «¿Sola como tú?», le contesta con acritud la hija.

El equipo de 'Los pequeños amores' en Málaga, incluido Titán, el perro protagonista.

«En esta historia se formulan varias preguntas. Qué pasa cuando los padres se hacen mayores. Cómo se sostiene una sociedad respecto a los cuidados cuando los hijos no viven en la misma ciudad que sus padres. Y qué sucede con los nuevos modelos de familia de los que no tenemos referente», enumera Celia Rico.

Efectivamente, los cuidados, la vejez, la incomunicación y el prejuicio social por no tener descendencia son desarrollados con sensibilidad por la directora en una película donde predominan los silencios y los tiempos muertos. El ritmo moroso, contagiado de la lasitud de unos tórridos días de verano, va calando en un espectador atento a los detalles.

Así, la tecnología ayuda a definir a los personajes. La madre consulta recetas en su tableta y pregunta cualquier duda a Siri, demostrando que es una mujer de su tiempo capaz de valerse sin ayuda. La hija mira todo el rato el móvil para atender mensajes de su pareja, con el que elabora listas de canciones que nunca bailarán. Un aplazado viaje a Estados Unidos mantiene la esperanza del reencuentro de los amantes.

Los sudokus con los que la gente mayor previene la degeneración neuronal, los gazpachos caseros, los sofocos de la menopausia, la dureza de un colchón... La vida misma, que Celia Rico pretende atrapar con una escritura caligráfica y una puesta en escena invisible. Un ejemplo de perspicacia de guionista: la protagonista pide un Frigopie en un kiosco de helados. Una bonita manera de indicar que sigue anclada en una juventud que añora.

Cuidar a los otros

«En 'Los pequeños amores' me pregunto sobre los vínculos, sobre el amor, sobre cuánta importancia le damos a ese amor que nos hace querer cuidar a los otros», reflexiona la directora. «Y si podemos de alguna manera pensarlo desde un lugar menos idealizado, menos romántico, que nos permita afrontar un día a día más llevadero y menos amargo. Porque cada uno hace lo que puede, nuestros padres han hecho lo que han podido y nosotros hacemos también lo que podemos».

Adriana Ozores y María Vázquez en 'Los pequeños amores'.

El personaje de un joven pintor de brocha gorda que parece sentirse atraido por la hija (Aimar Vega) sirve para recordarle a la protagonista que ya es demasiado mayor para ir de botellón. Y que de haberse quedado en el pueblo del que huyó su vida sería muy distinta.

Celia Rico: «El retintín de una antigua cantinela sigue sonando como un eco procedente del viejo mundo: si no tienes descendencia, ¿quién va a cuidar de ti cuando seas mayor? No sé si hacer una película es la mejor forma de curar el espanto a esta pregunta, pero al menos es un respiro poderlo compartir una forma de afrontar con más ternura la incertidumbre de lo que está por venir».

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