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Empezó como «una broma de friquis» y acabó siendo la película española más rentable de todos los tiempos y «la cinta de género más reconocida en el mundo», en docta definición de Ángel Sala, el director del Festival de Sitges. Hace 15 años, Jaume Balagueró ... y Paco Plaza lograron poner los pelos como escarpias con 'REC' que, anticipándose a esta era de las plataformas, no perdía en la pequeña pantalla al estar concebida como un (falso) reportaje televisivo.
Una periodista de un programa tipo 'Callejeros' encarnada por Manuela Velasco acompaña en una rutinaria jornada a los bomberos de Barcelona. Su pesadilla se inicia cuando llegan a un bloque de pisos en el que quedarán atrapados. A merced de zombis/apestados en el descansillo. El reto de los directores era que el espectador se identificara irresistiblemente con la cámara. En todo momento vemos y sabemos lo mismo que ella. Somos 'voyeurs' zarandeados, sin posibilidad de asirnos a los mecanismos melodramáticos habituales en el cine de terror: aquí no hay pausas ni transiciones que nos alejen del horror.
'REC. Terror sin pausa' es el título del documental que llega a las salas el 28 de octubre y que analiza el rodaje y la trascendencia de una cinta que conoció un flojo remake estadounidense en 2008, 'Quarantine', y tres secuelas dirigidas por Plaza y Balagueró (la saga está en Netflix). Hasta George A. Romero, el autor de 'La noche de los muertos vivientes', se inspiró en la obra de los catalanes para 'El diario de los muertos' (2007). Más allá de que el número 34 de la Rambla de Catalunya es hoy lugar de peregrinaje para los fans, 'REC' permanece como una sorprendente máquina de sobresaltos que se interroga sobre el papel del audiovisual a la hora de capturar y manipular la realidad.
En 2007, Jaume Balagueró y Paco Plaza estaban a la espera de que se completara la financiación de ambiciosos proyectos internacionales. Se morían de ganas de rodar con la libertad de sus primeros cortos, así que presentaron a Julio Fernández, el capo de Filmax, un proyecto titulado 'Bomberos'. Sus influencias eran dispares: un episodio de 'Expediente X' rodado como el programa 'Cops', 'El Proyecto de la Bruja de Blair', el género del 'found footage' o metraje encontrado... y unas imágenes de Raquel Mosquera en 'Aquí hay tomate' que perturbaron a Paco Plaza. Si hasta entonces las películas de terror de Filmax habían disimulado que se rodaban en Barcelona para su distribución internacional, 'REC' sería orgullosamente localista: así daría más miedo el contraste entre el naturalismo de ese portal del Eixample y sus vecinos zombis encarnados por estupendos actores de reparto.
800.000 euros de presupuesto (recaudó más de 8 millones en los cines españoles), un guion que en su día se dijo que estaba improvisado pero en el documental se descubre que se siguió en su mayor parte y un rodaje de tres semanas a toda pastilla. 'REC' funcionaba como un videojuego que arranca en el portal y concluye en el ático, donde mora la Niña Medeiros (Javier Botet), el fruto de los experimentos con el Mal de un sacerdote-científico loco, culpable de la plaga de infectados/poseídos. Su nombre, en efecto, es una broma con el cantante Glenn Medeiros.
«Divertida como un viaje en el Pasaje del Terror», según Nacho Vigalondo, 'REC', con sus alivios cómicos, era todavía más salvaje sobre el papel. Las montañas de niños muertos y un final con toda Barcelona infectada no se llegaron a filmar. Pero el miedo de los actores cuando rodaban en total oscuridad con cámaras de visión nocturna era real.
Tras el estreno en Venecia llegó alguna mala crítica. Los directores grabaron en Sitges las reacciones del público estremeciéndose en su butaca durante la proyección y esa fue la mejor publicidad posible. Hasta Port Aventura tuvo una atracción de 'REC'. «Después vino un aluvión de cine de terror cámara en mano y de grabaciones encontradas, de la misma manera que Danny Boyle resucitó el cine de zombis con '28 días después», afirma Diego López-Fernández, director del documental. «Sin ir más lejos, una de las películas que ha ganado este año en Sitges, 'Deadstream', sigue su estela. Un youtuber entra en una casa con sus cámaras y descubre cosas paranormales, es un género que sigue explotándose».
'REC. Terror sin pausa' funciona como un exhaustivo 'making of' que demuestra la complejidad de un rodaje que, a pesar de tener casi una única localización, obligó al equipo a entregarse por completo. «Puede parecer sencilla para el espectador, pero toda la fase final, por ejemplo, se fue construyendo sobre la marcha», confirma el director del documental, Diego López-Fernández. «Todo el trabajo del equipo de fotografía, los efectos especiales, el arte... A pesar de las dificultades lograron una comunión muy bonita».
Los largos planos secuencia (sin cortes) y el omnipresente punto de vista subjetivo del cámara de televisión obligaban a hacer contorsionismos en los estrechos pasillos y descansillos. «Si se hubiera rodado de forma convencional no sé si habría funcionado», reconoce López-Fernández. «La película es una montaña rusa que te lleva hasta el final, esa cámara en mano es imprescindible. No la concibo en 35 milímetros». El director constata que, en cualquier parte del mundo, cuando se habla de cine fantástico español surge 'REC'. Nacho Vigalondo se ríe en el filme al recordar que 'Los Cronocrímenes' se rebautizó en México 'Rewind' bajo el subtítulo 'Después de REC'.
«Yo se la puse a mi hijo y se quedó enganchado. Al terminar, me preguntó si había más», cuenta el autor del documental. «Funciona el humor, lo sobrenatural, lo diabólico... Siempre quieres más».
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