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No parece muy nerviosa, pero el reto que Paz Vega (Sevilla, 47 años) tiene por delante no es poca cosa. El pasado jueves gritó acción por primera vez en el set de su primer largometraje detrás de la cámara. Serán casi seis semanas de intenso ... rodaje para alguien que, según chiva IMDB, ha participado en más de sesenta títulos entre películas y series. Producida por Áralan Films, en asociación con Oda Films, la ópera prima de la actriz se llama 'Rita' y está ambientada en la Sevilla de 1984. La trama sigue a Rita y Lolo, dos hermanos de 7 y 5 años, que viven en el seno de una familia obrera, justo cuando comienzan las vacaciones de verano y el país entero está revolucionado con la Eurocopa de fútbol, competición en la que España ha pasado a los cuartos de final. Asfixiada por el calor, Rita sueña con ir a la playa, pero la vida en el barrio le tiene reservadas otras sorpresas.
A nadie se le escapa que la ganadora de un Goya a mejor actriz revelación por 'Lucía y el sexo' tenía en aquella época la misma edad que la protagonista, pero, al otro lado del teléfono, jura y perjura que la cinta «no es autobiográfica». «Tiré de mis imágenes y de mis recuerdos para darle una entidad y un lugar concreto y real a esta niña, pero lo que le pasa a Rita es el viaje de Rita, su historia no es mi historia, pero sí está ubicada en un lugar que conozco muy bien y todo el universo por el que se mueve sí es por donde yo me moví en su día», explica acerca de esta ficción que describe como «un drama luminoso».
Protagonizada por Sofía Allepuz y Alejandro Escamilla, en el papel de los pequeños, y con la propia Paz Vega, Roberto Álamo, Daniel Navarro, Paz de Alarcón, Amada Santos y Margarita Asquerino en el reparto, la actriz desvela que la cinta habla «de cómo los niños se adaptan a la realidad tal y como les viene, de su capacidad de superación y supervivencia», pero también del «despertar de los sentidos» de una niña que debe madurar en pocos días y «a golpe de realidad» por unas determinadas circunstancias. Vega se resiste a tirar más del hilo, pero sí deja caer que la película es también una oda a la infancia: «Creo que nunca fuimos tan sabios ni tan libres como cuando éramos niños. Y a los niños a veces no se les da la importancia, siempre están como en un segundo plano, porque el mundo de los adultos es mucho más importante. Así que en mi historia voy a ver el mundo de los adultos, pero a través de la mirada de los niños».
Cuenta Vega que hace seis o siete años comenzó a darle vueltas a la posibilidad de dirigir algo, pero tenía claro que para ello debía ponerse a escribir. «Era la parte que más vértigo me daba», reconoce. La actriz comenzó entonces a trabajar en dos historias, hasta que una ellas, como dice, «despegó y se convirtió en 'Rita'». Tenía una sinopsis de unas cinco o seis páginas, con la escaleta de tramas, e inmediatamente pensó en Marta Velasco y Gonzalo Bendala de Áralan Films, a quienes ya conocía. «Coincidimos en la fiesta de loss Goya de 2018, que se celebraban en Sevilla y me lancé. Les dije que tenía una historia que me gustaría levantar. Me dijeron que en cuanto tuviese el guion que se lo mandara y ese fue mi motor y mi gran motivación para ponerme a escribir. Me puse en modo 'workaholic' cuando sentí que alguien tenía interés por leer lo que yo tenía en la cabeza y en dos semanas les presenté un borrador», explica.
Y aunque en todo este tiempo ha habido modificaciones en el guion y mejoras en los diálogos, el esqueleto permanece intacto. «Estos cinco años me han venido superbien para reposar la historia, encontrar matices y descubrir más detalles», se sincera quien cree que el tiempo «corre siempre a favor de la historia». «Si hubiese rodado inmediatamente después de haber hecho ese borrador, yo creo que no sería la película que soy capaz de hacer ahora», argumenta.
Cabe preguntarse si afronta esta nueva tarea con algún tipo de miedo o inseguridad. «No, hombre no. Mi miedo es que no lleguemos, que me falten horas del día, que un niño se ponga malo y tenga que parar el rodaje. Al final tenemos un tiempo limitado y un presupuesto ajustado y hay que respetar esos límites», responde. Sí le genera algo más de incertidumbre eso de dar vida a un personaje dentro de la película: «Ese desdoblamiento, entre ponerme delante de la cámara y revisar continuamente las tomas, es lo que nunca he hecho y no sé cómo se va a dar. Espero no volverme loca», comenta risueña.
No quiere Vega que su película se parezca a ninguna otra. «Me gustaría que 'Rita' tenga su propia identidad», señala. Pese a ello, se anima a enumerar referentes que van desde Víctor Erice a Isabel Coixet, pasando por Luis García Berlanga o Mario Camus. «Me gusta -dice- la manera de retratar la realidad, de hacer lo ordinario extraordinario, y esta historia es muy así. Cualquier persona se puede sentir identificada con esta niña y su viaje iniciático hacia la madurez».
En este sentido, está convencida de que «va a ser una película que va a respirar mucha verdad». De hecho, señala, va a tener «un aroma de documental» porque «quiero que estos niños se sientan libres». «No son actores y necesito que se muevan con libertad dentro del plano. Va a haber mucho de robar planos», advierte. Con estos mimbres, uno no puede evitar pensar en títulos como 'Estiu, 1993', 'Alcarràs' o 'Las niñas', con mucha cámara en mano y viva, ausencia de planos fijos y una puesta en escena «muy ligera porque tengo que estar un poco abierta a ir con ellos».
Sevilla va a ser clave y, aunque parezca mentira, llevar la cinta a los ochenta va a ser menos complicado de lo que parece. «Hemos encontrado unas localizaciones maravillosas, lugares que están exactamente igual a como estaban antes de la Expo del 92, con esas calles empedradas y esos edificios, que mantienen la textura y la atmósfera de una Sevilla más antigua». ¿Qué recuerdos tiene de aquella Sevilla? «Pues yo soy antigua, clásica o vintage, pero para mí cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. A mí la vida en analógico es lo que más me gusta. Creo que todo el universo digital merma mucho al propio arte y lo digital va en contra de cualquier exposición artística. Recuerdo una Sevilla donde podías pasear tranquilamente, sin tablets sin teléfonos, donde los niños acababan siempre con las rodillas destrozadas de jugar a las canicas. Eran niños que soñaban, que su imaginación les lleva a proyectarse en el futuro, que se preguntan cosas».
Vega confía en que su trabajo a lo largo de los años delante de las cámaras le sirva detrás de ellas. «Yo no he estudiado dirección ni escritura de guion, todo ha sido autodidacta, por imitación y por experiencia. Al final, si te das cuenta, durante toda mi carrera he leído miles de guiones y exactamente pasa igual en la parte de dirección. Son muchos años trabajando delante de la cámara, con diferentes direcciones, en diferentes países, con diferentes equipos, solucionando y resolviendo problemas de toda índole. Siento que tengo la capacidad para ponerme delante de un equipo, poder compartir con ellos y llegar a un lugar común. Al final la dirección no es más que saber conectar con tu equipo, saber expresarle lo que quieres. Cuanto más abierto sea el diálogo con tu equipo, más fácil será todo porque es cuestión de trasladares eso que tú tienes en la cabeza. Y luego dejar trabajar. Es importante también darle un margen de libertad creativa, porque todos son artistas. Es como un baile. Todos tenemos que bailar al mismo son. La verdad es que es muy bonito. Es una experiencia que estoy disfrutando muchísimo. Han sido seis semanas de preproducción intensísimas, pero preciosas. Y ahora ya empiezo mis seis semanas de rodaje, así que estoy feliz», concluye.
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