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La directora Paula Ortiz presentó 'La virgen roja' en San Sebastián fuera de concurso. AFP
Paula Ortiz: «No se puede ni se debe cincelar a un hijo»

Paula Ortiz: «No se puede ni se debe cincelar a un hijo»

La directora estrena en cines 'La virgen roja', crónica histórica sobre la 'niña prodigio' de la II República, Hildegart Rodríguez, a la que acabó asesinando a los 18 años su propia madre, que la había modelado como la mujer del futuro

Oskar Belategui

San Sebastián

Jueves, 26 de septiembre 2024, 11:45

Paula Ortiz (Zaragoza, 1979) lleva a la pantalla en 'La virgen roja' una historia real, terrible y fascinante, que antes de ella abordaron escritores como Almudena Grandes ('La madre de Frankenstein') y Fernando Fernán Gómez en su película de 1977 'Mi hija Hildegart'. El 9 de junio de 1933, Aurora Rodríguez Carballeira mató de cuatro tiros mientras dormía a su hija Hildegart. La joven, con tan sólo 18 años, era una de las mujeres más destacadas de la Segunda República. Periodista, escritora, reputada higienista y conocida propagandista política de izquierdas, a su corta edad ya había logrado publicar un buen número de ensayos, acabar la carrera de Derecho y empezar la de Medicina.

La directora de 'La novia' y 'Teresa' convierte a una magnética Najwa Nimri en la madre adelantada a su época, que quiso modelar a la mujer del futuro (Alba Planas), a la que en el filme asesina cuando descubre que se ha enamorado de un hombre (Patrick Criado). Porque la revolución no entendía de amor romántico, que, según ella, esclaviza a la mujer. Programada en la sección oficial del Zinemaldia fuera de concurso, 'La virgen roja' llega el 27 de septiembre a las salas y será presencia segura en los próximos Goya.

-'La virgen roja' trasciende de la crónica de sucesos histórica, de lo que hoy viene en llamarse 'true crime', y adquiere una dimensión política.

-Sí. Ha habido un esfuerzo desde el inicio de la escritura del guion con Clara Roquet y Eduard Sola hasta la construcción del personaje con Najwa de decir que Aurora no era una loca. No es un arrebato emocional sin más, es una fanática, una mujer que tenía un plan y una estructura para llevar a cabo. Creía que su hija era un proyecto ideológico, filosófico y político. Y por eso el crimen se convierte en un acto de violencia política. Por eso es tan atractiva la historia, porque carga en sí misma con una herida atávica en el vientre materno. Hay oscuridad, presión y dolor emocional en la relación entre esta madre y su hija. Pero además se entreteje algo en el contexto histórico en el que ellas vivían y en el plan de Aurora que convierte la película en algo político. Sí, esta tragedia es una tragedia política.

Tráiler de 'La virgen roja'.

-Son dos mujeres fuera de su época, algo muy de su cine.

-Me gustan las mujeres que han vivido en extremos, fuera de tiempo, las mujeres brillantes hasta la contradicción. Las mujeres lorquianas, Teresa de Jesús o Aurora acarrean contradicciones salvajes. En el caso de Lorca, siempre son unas fuerzas telúricas de amor y muerte muy fuertes; en el caso de Teresa una cuestión espiritual; y con Aurora es una razón política. Todas son brillantes y tienen una pluma y una palabra muy fina, como Teresa o Hildegart. Aurora quiere educar a la primera generación de mujeres libre, y en el momento en que su hija realiza un primer acto de libertad no es que la castigue, es que la mata. ¡Qué paradoja! Hildegart se convirtió desde lo teórico, publicando en un corto periodo de tiempo libros y artículos sobre la revolución sexual de la mujer, pero vivió una auténtica represión afectiva y sexual por parte de su madre.

-¿Se ha preguntado hasta dónde podría haber llegado Hildegart?

-Es una pregunta fuerte y paradójica. Hildegart era una superdotada a la que su madre regaló una galaxia de conocimiento como para haber sido una líder política y brillante, no sé si de la República española en una deriva histórica que nunca ocurrió o en Francia, Latinoamérica o Estados Unidos.

-Le hubiera tocado exiliarse.

-Sí. Quizás hubiera sido catedrática de Harvard. Pero también creo que Hildegart seguramente hubiera acabado siendo un monstruo, porque fue educada en la rigidez de un plan dogmático y muy represivo. Se tendría que haber liberado de toda esa rigidez y de ese planteamiento fanático de su madre para ser una líder. No sé si disponía de esas herramientas para romper el plan materno y ser alguien iluminador, tenía muchas posibilidades de haberse convertido también en un monstruo.

-Todos los mítines y ensayos de Hildegart tienen absoluta vigencia.

-Es escalofriante. Los debates y las heridas en relación a las mujeres y la igualdad son las mismas. Sus reflexiones sobre la lucha de los trabajadores, el laicismo social… Son cuestiones candentes que siguen sin resolver. Da miedo que en cien años no hayamos avanzado, porque demuestra lo frágiles que somos. Avanzamos en zigzag. Entonces tenían una oratoria y una sofisticación en el pensamiento crítico y la conciencia de libertad que nombraban mejor los debates, hoy son más a brocha gorda. Incluso algunos debates feministas, a principios del siglo XX, estas mujeres los abordaron con mayor precisión y hondura. Eran muy audaces y valientes. Si 'googleas' discursos de Hildegart, esos mítines hoy en cualquier campaña serían revulsivos.

-¿Sin amor puede haber revolución?

-No. Aurora creía que el amor romántico encadenaba a las mujeres, pero el amor entendido como amor humano entre personas es el primer motor. ¿Qué nos mueve a padres, hijos, hermanos, amantes? Nos mueve el amor. No puede haber ningún movimiento sin este primer impulso.

-En el 'proyecto Hildegart' hay un fallo de base: intentar modelar a un hijo es una quimera.

-No creo que se pueda ni se deba cincelar a un hijo. Parte de lo que plantea la paradoja de Aurora en relación a la maternidad es el hecho de que todos tenemos que entender que nuestros hijos no nos pertenecen, son del mundo y tienen su propia conciencia libre.

-Los padres tendemos a crear en nuestros hijos una versión mejorada de nosotros mismos.

-No funciona así. No puedes intentar mejorar tus fallos en ellos o ahorrarles tus errores y dolores. La vida no funciona así, se van a encontrar con sus propios errores y hay que entenderlo de una manera profunda y universal. Eso nunca lo entendió Aurora.

-Hildegart fue una 'rock star' de la época y en las décadas siguientes se olvido su figura.

-Cuarenta años de franquismo acallaron todas esas voces críticas y la intelectualidad feminista y de izquierdas de la República. Supongo que era una autora audaz y salvaje que estuvo prohibida. Pero es curioso, sus libros y artículos no desaparecieron. Cuando Almudena Grandes y Fernando Fernán Gómez se atrevieron a recuperar una historia tan oscura daba miedo. La violencia del final de su vida tapó su obra, el referente que fue como pionera en la reivindicación de la libertad sexual de la mujer.

-La madre acaba con todo por lo que había trabajado.

-Absolutamente. Has trabajado por la libertad sexual para terminar acallándola.

Alba Planas da vida a Hildegart.

-De 'La virgen roja' también se desprende el sueño de la España ilustrada y libre que pudo ser y no fue.

-Cuanto te adentras en ese periodo histórico te sorprendes de la lucidez, la valentía y la vanguardia real que teníamos. No solo artística, con Dalí, Lorca y Buñuel, sino que también había escritores, científicos, abogados, la Institución Libre de Enseñanza, las Misiones Pedagógicas… Existían mujeres como Hildegart y Aurora planteando debates feministas. Decir que fueron pioneras es quedarse corto, abrieron brechas que hoy están sin solucionar. En un país que al mismo tiempo era pobre y analfabeto, en el que mucha gente moría por falta de higiene y donde la Iglesia católica seguía siendo la gran fuerza de identificación cultural. Fue un momento de tal electricidad… Pepe Viyuela (actor en la película) dice siempre que no lo supimos sostener. Merecería recordarse lo que pudo ser y no fue, que fuimos vanguardia de Europa y a veces no nos lo creemos.

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