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Jose Coronado, en un fotograma de la película. Rubén Cebrián
«Tener fracasos y hacer malos personajes es importante para crecer»

Jose Coronado

Actor
«Tener fracasos y hacer malos personajes es importante para crecer»

«Llegué tarde al oficio, pero habiendo entendido la vida», asegura el actor, que este viernes estrena 'Puntos suspensivos' donde se lanza a un duelo interpretativo con Diego Peretti

Iker Cortés

Madrid

Viernes, 20 de septiembre 2024, 13:51

Dice Jose Coronado (Madrid, 67 años) que 'Puntos suspensivos', la cinta que este viernes estrena en las salas, es un tipo de cine que «ya no se hace». Y tiene algo de razón. Escrita por Rafael Calatayud Cano y David Marqués y dirigida por este último, la película tiene aroma a cine clásico de suspense y funciona como una obra teatral, con apenas cuatro personajes y una gran casa como escenario. Sigue los pasos de un exitoso escritor de novelas de misterio, al que da vida Diego Moretti, que se oculta bajo el seudónimo de Cameron Graves. Mientras escribe su próximo libro en un aislado chalet, recibe la extraña visita de Jota (Coronado), un inquietante personaje que dice ser periodista. Nadie conoce la identidad de Leo y solo Victoria, su agente, sabe que está allí, así que ¿cómo ha conseguido Jota llegar hasta él?, ¿cuáles son sus intenciones? Uno de los grandes hallazgos de la cinta es que no está montada de forma secuencial lo que contribuye a que el suspense y los giros de guion tengan más fuerza.

-¿Qué es lo que le atrapó de la propuesta?

-La historia. Es absolutamente novedosa y diferente, de un género que ya no se hacía en España y yo creo que en gran parte del mundo porque los thrillers de hoy en día tienen que llevar mucha acción, persecuciones en coche, mucha violencia, mucho mensaje social, muchas cosas de las que esta película carece. En esta película las armas con las que luchamos son la palabra y la inteligencia y encima involucramos al espectador a que viaje con nosotros. Y eso fue lo que me atrajo. Luego, por supuesto, quién era mi partner, que era Diego Peretti, que es un tipo al que yo siempre he admirado y que era fundamental para que esta película pudiese verse sin caerte a mitad. Yo intenté hacer lo posible y estar a la altura de Peretti y creo que el resultado ha sido bueno. Además, los dos entendemos el oficio igual, lo preparamos mucho, llenamos los personajes, construimos unos personajes llenos de capas, de intenciones. La letra, por supuesto, que está claro que tiene que venir, eso se da por añadidura, pero luego nos permitimos el lujo de tirarnos ahí al ruedo casi en clave de teatro. Y estando ahí en el momento, escuchándonos para que el espectador también pueda escuchar bien y pueda resolver este rompecabezas que plantea David Marqués.

-Es una película además que tiene varias relecturas al estar montada por capítulos que no funcionan de forma secuencial sino que saltan en el tiempo.

-Sí, yo creo que es otro acierto esa narrativa que no es lineal, sino que viaja en el tiempo, va adelante y va atrás. Si la contaras de una forma lineal posiblemente verías ya muchas cosas que al principio unos ven, otros no y otros intuyen. A la mayoría les sorprenden los giros y lo maravilloso de todo esto es que yo tuve la oportunidad de verla en Málaga con público y desde el minuto tres o cuatro estamos hablando de crímenes, de cómo matar, y la gente empieza a sonreír y sonríe con nosotros hasta el final de la película. Creo que esa sonrisa de más te la da la propuesta de David de que haya vino y no sangre.

-¿Por qué nos gustan tanto este tipo de historias?

-Porque habla de las pasiones humanas, de la envidia, del éxito... Habla de conceptos que todos tenemos presentes en nuestras vidas hagas el oficio que hagas. Yo creo que eso es lo que hace que lleguen tanto al espectador.

-¿Cómo se promociona una película de la que apenas se puede contar nada?

-(Ríe). Pues se promociona mal, pues tirando de Hitchcock y apelando a cuando él promocionaba 'Psicosis', que decía: «Por favor, que nadie cuente nada». Y esa era la mejor promoción porque la gente se preguntaba qué es lo que hay ahí encerrado. Nosotros vamos en esa línea. Creo que tenemos una historia que es muy digna, que entretiene y sobre todo eso, que recupera ese género del siglo pasado de gente como Agatha Christie o Hitchcock o nosotros mismos con Alfonso Paso y su 'Usted puede ser el asesino' o con Chicho Ibáñez Serrador y sus 'Historias para no dormir', que es un género que estaba en desuso pero que ha recuperado David.

-Decía que es un thriller sin acción. ¿Qué le gusta más repartir estopa en pantalla o afilar la lengua?

-A mí como actor y ya teniendo la edad que tengo me gusta mucho más afilar la lengua. Siempre me ha gustado mucho la acción porque al fin y al cabo este oficio que se llama interpretar, en inglés lo traduces y es 'to play', que es jugar y en francés igual. Y siempre todos nos ha gustado jugar a pelear, a ser el bueno, a matar, a ganar... Pero ya también con la edad a mí ahora me gusta más el juego verbal. Me gusta el llegar al espectador a través de cosas que comuniques o que hagas sentir, más que visualmente dando piruetas que las puede dar un especialista, ¿no?

-Cuatro personajes y un escenario. ¿Hace eso más fácil un rodaje?

-No tiene por qué.

-¿Cómo ha sido en esta ocasión?

-El rodaje estuvo fantástico porque nos enclaustramos ahí en esa casa.

-De hecho casi hicieron vida allí, ¿no?

-Casi, sí. No dormíamos, pero alguna vez me quedé con las ganas de irme a dormir allí. Pero hacía mucho frío, era invierno, había rayos y truenos y estábamos en ese caserón aislado, protagonista de todas las películas de género si ves el motel de 'Psicosis' o el hotel de 'El resplandor'. Una protagonista más. No pudimos rodarla cronológicamente, porque en el cine siempre hay impedimentos para hacerlo, pero sí mucha parte de ella, sobre todo lo que tenemos Diego y yo, y eso nos permitía interpretar de forma teatral prácticamente. Hubo algún día en que nos hicimos secuencias de 20 o 25 páginas de guión de 15 minutos sin parar y eso es un disfrute, son de esas secuencias en las que de verdad hay un momento en el que te olvidas de que eres Jose. Además David nos daba mucha libertad. Estuvimos un mes de ensayos, construyendo los personajes, llenándolos de capas, poniéndoles cartílagos y músculos y llevándolo todo muy claro para poder, una vez que llegamos ahí a Extremadura, a esa casa, jugar con letras mayúsculas.

-Era la primera vez que trabajaba con Peretti y lo que se ve en la pantalla es un verdadero duelo interpretativo. ¿Uno se crece ante estos retos?

-Por supuesto que sí. Es que según te den la réplica, eso te saca lo mejor de ti o si te dan una mierda de réplica, dices a ver dónde saco yo esto que tenía yo pensado. Con Diego era una sorpresa tras otra, sobre todo por esa verdad con la que él comunica.

-Ambos personajes viven en una lucha de egos constante. ¿Llegó a traspasar esa lucha la ficción e instalarse en el set?

-No, porque creo que somos muy parecidos. Los dos empezamos un poco tarde, yo quizá un poco más que él, pero los dos venimos con nuestras carreras estudiadas, él es médico, yo soy medio abogado, medio médico, pero bueno, me tiré seis años de facultad. Llegamos tarde y por lo tanto con la vida ya entendida antes de ser actor y de lo que conlleva el ser actor famoso y el éxito. Lo que nos gusta a Diego y a mí es levantarnos prontito por la mañana, ponernos el casco de trabajo, el mono, y el ir ahí a dar lo mejor de cada uno. Es un excelente compañero y yo creo que nuestros papeles están muy equilibrados por David y por Rafa, lo que es la aportación de cada uno de los dos personajes. Por lo tanto yo creo que sería un estúpido el que pensara que me gusta más su personaje que el mío. Yo creo que los dos teníamos armas para batirnos y así lo hicimos.

Tres fotogramas de la película. Rubén Cebrián
Imagen principal - Tres fotogramas de la película.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de la película.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de la película.

-Recordaba que empezó tarde en esto de la interpretación, con treinta años. ¿Cree que eso se perdió algo?

-Tal y como me ha ido pienso que fue el tiempo perfecto porque llegué ya habiendo entendido la vida. Yo desde los 17 años me ganaba la vida y estaba en mil oficios antes de que llegara este. Conocí a muchos chavales que empiezan con 16 o 17 años, que se les sube el éxito y eso les hace ser peores personas y peores actores, incluso. Yo una de las la primeras películas que fue con Ricardo Franco y a él le preguntaban cómo coges de protagonista a este chaval que no sabe quién es Stanislavski, ni conoce el método, ni nada de nada. Y el contestó: «No sabrá quién es Stanislavski, pero tiene vida y sabe mirar a una mujer». Lo que quiero decir es que traía una vida y yo ya entendía esto como un oficio y no como algo que te sirviese a ti para brillar más.

-Dice su personaje en la película que el dinero no da la felicidad, pero da poder y que eso le hace feliz. ¿El dinero no da la felicidad? ¿Y el poder?

-Creo que el dinero no da la felicidad, pero sí que el poder ayuda a llegar a esa felicidad, yo creo que sí. El poder bien utilizado, el poder de yo como actor, el trabajar con buenos directores, el poder de decir esto no lo hago porque está mal y se cambia o no y eso me ayuda a ser más feliz.

-¿Disfruta más haciendo de malo o de bueno?

-El que toque. Lo que más me gusta de mi oficio es eso, que he tocado todos los palos. Hubo un tiempo en el que se me tachaba de galán y luego, de pronto, me convertí en el tipo duro del cine español. Y después dije que creía que comedia también podía hacer y me dan ese registro y lo hice. Y luego dije: «Yo creo que me puedo subir a un escenario y recitar poesía». Y lo hice. Todo te va complementando. Es cierto que los malos son personajes agradecidos, pero también es más fácil caer en la caricatura, es más fácil defender a un malo que defender a un tipo de buena gente. A mí lo que sí que me gusta como actor siempre son los retos que te permiten explorar en vidas que tú no has vivido y que como actor tienes el privilegio de vivir y de sacar tus conclusiones sobre lo que has vivido y que eso te enriquece personalmente y que creces.

-De todos los personajes que ha hecho a lo largo de su trayectoria, ¿cuál le ha dado más satisfacciones o cuál supuso un punto de inflexión para su carrera?

-Un personaje que fue un punto de inflexión en mi carrera llegó cuando llevaba ya como ocho o nueve años de profesión, que fue una obra de teatro de Harvey Fierstein que se llamaba 'Algo en común', en la que interpretaba a un homosexual que acababa de perder a su marido por SIDA a finales de los años ochenta. Para mí eso fue un punto y aparte en la profesión porque empecé a ver, de pronto, a dónde podía llegar yo con mi trabajo cuando vi a gente que venía llorando al camerino, dándome las gracias por lo que acababa de ver y yo dije wow, pues ya puedo aportar a la sociedad cosas y para mí ese personaje fue definitivo. Luego ha habido muchos, pero evidentemente con Urbizu, más que con 'No habrá paz para los malvados', que me llevé el Goya, pero a mí Urbizu me dio ese paso al lado oscuro. Y no te lo digo tanto por no hacer solo galanes, sino por enriquecerme yo personalmente por poder viajar a ese lado oscuro y poder empezar a tratar en la noche con policías, con prostitutas, con todo tipo de gente que me abrió ese lado oscuro y que me hizo a mí como persona pues seguir creciendo.

-¿Y alguno del que se arrepienta?

-Mira, posiblemente habrá algunos, pero yo siempre digo que yo estoy aquí por lo que he hecho y que en el momento en que cualquier paso hubiese sido diferente a lo mejor no me hubiera hecho estar aquí. Y como estoy aquí y estoy muy feliz de cómo me ha ido la vida, bendito sean los malos personajes. También es importante hacer fracasos y malos personajes para crecer bien como personas.

-Al hilo de ese personaje homosexual al que encarnaba en 'Algo en común'. Hoy hubiera recibido críticas por encarnar a alguien del colectivo LGTBI sin pertenecer a él. ¿Qué le parece?

-No lo veo así. Otra cosa es que te pintes de negro para hacer de negro, pues por supuesto que no, pero por qué no voy entender yo a un homosexual. ¿Cuál es la diferencia entre un homosexual y yo? Que duerme con un hombre. Al margen de eso yo te considero igual persona y creo que no hay mejor aportación para la convivencia normal que el considerarte igual. Yo no soy diferente a un homosexual, soy exactamente igual en todo salvo en lo que hace con la luz apagada, que eso a mí qué me importa, entonces por qué no voy a interpretar yo eso. Con ese razonamiento, habría que contratar a asesinos para que interpretasen a asesinos... Tampoco hay que volverse locos, que muchas veces nos estamos volviendo locos con la paridad y con todo.

-Dígame, ¿cuál es el secreto para mantenerse tan guapo y tan en forma?

-Muchas gracias (ríes). Pues trabajar, trabajar mucho y yo creo que sonreír mucho y dormir. Yo duermo muy a gusto, sin remordimientos.

-Acaba de recibir el Faro de Honor en Santander. ¿Dan un poco de rabia estos premios honoríficos?

-(Ríe) Bueno, más que rabia son una constatación del momento en el que estás de la pantalla vital. Estás ahí ya, tengo 67 años, sería estúpido si yo pretendiese el que me dieran personajes de 30 o que me valorasen como uno de 30, evidentemente. Y yo lo recibo con todo el cariño porque creo que me los he ganado por mi trayectoria, pero que sí, que al mismo tiempo te están recordando la edad que tienes, que sí, que ya lo sé, ya lo sé, pues ya está, es lo que hay.

-Está de enhorabuena por partida doble con 'Entrevías'. La serie ha viajado bastante por el mundo a través de Netflix y ha sido un éxito, ¿Lo nota cuando viaja fuera? ¿Le conocen más?

-Sí y no solo desde 'Entrevías' sino desde 'Vivir sin permiso', que ya viajó bastante bien y tal, pero con 'Entrevías' ha sido un fenómeno mundial. Y solo me constata que de Entrevías está el mundo lleno, hay muchas Entrevías, que son barrios que se forman alrededor de las grandes capitales y que de Tirsos está el mundo lleno en este mundo polarizado en el que la gente es muy prejuiciosa y esas son las historias que contamos. Hablamos de prejuicios en este mundo global en el que se mezclna por primera vez razas, culturas, religiones y de cómo acometemos esas esas esas uniones y que desde luego el mensaje es que fuera prejuicios y que estemos abiertos a este mundo global que vivimos.

-Supongo que le habrá abierto público a espectadores más jóvenes. ¿Se le acercan más?

-Sí, a decirme que su madre me admira mucho e incluso algunos ya que su abuela. «¿Te haces una foto? Es que a mí abuela le encantas». ¡Qué simpático! (ríe).

-¿Cómo lleva esa parte de la fama de que le reconozcan por la calle y le paren?

-Que me paren, que no dejen de hacerlo. Yo lo llevo muy bien porque yo no entiendo estos actores que dicen: «No, es que mi intimidad...». Esto va con el cheque y si te reconocen es porque estás triunfando y si no te reconocieran es que no habrías triunfado. ¿Prefieres lo otro, imbécil? Pues entonces aguanta el chaparrón, que es que además no cuesta nada porque generalmente, por lo menos en mi caso, la gente me trata con muchísimo respeto y me trae una carga de energía positiva... Pero ¿cómo cómo me voy a privar yo de estar con esta persona estos diez segundos que me pide y que me transmite una felicidad y una alegría simplemente por estar aquí a mi lado? ¿Cómo voy a decir que no? Al revés.

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