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Hovik Keuchkerian: «Conozco perfectamente mi oscuridad»

Hovik Keuchkerian: «Conozco perfectamente mi oscuridad»

Boxeador, poeta, actor y migrante, Hovik Keuchkerian culmina «dos años de sanación» con la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián por 'Un amor'

Lunes, 2 de octubre 2023, 18:09

Hovik Keuchkerian (Beirut, 1972) subió al escenario del Kursaal el pasado sábado a recoger la Concha de Plata como mejor intérprete de reparto y convirtió su discurso de agradecimiento en un monólogo cómico, como los que interpretó después de ser, sucesivamente, campeón de España de ... los pesos pesados, encargado de seguridad de El Canto del Loco, poeta y escritor. «Tengo amigos que me han dicho cómo me echaban de menos, que vuelva al menos un mes a los monólogos», ríe. «Yo en un escenario siempre estoy a gusto».

'Un amor', adaptación de la novela de Sara Mesa a cargo de Isabel Coixet que competía en el Festival de San Sebastián, le ha brindado su primer gran premio a este actor de imponente presencia, que tocó fondo a nivel vital en 'La casa de papel'. No solo salió curado de sus adicciones, sino que recuperó la pasión por una profesión que le reclama sin cesar. El protagonista de 'Alacrán enamorado', 'El Ministerio del Tiempo', 'Antidisturbios' y 'The Head' tiene pendiente de estreno 'Reina roja' y la secuela de 'El Hoyo', para cuyo rodaje vivió más de tres meses en Bilbao. «Una ciudad maravillosa: la gente, la comida... Viví en un apartamento en Pozas y me iba a estudiar a la terraza del Jardines. Tenía un gimnasio para boxear, otro para sudar, me iba al Indusi, al Basque...».

Tráiler de 'Un amor'.

Hovik agradece que se le diga que en persona está más finito que en la cinta de Coixet, donde encarna a El Alemán, un hombre que vive sin querer mezclarse con nadie en el pueblo al que llega la protagonista. Su poderoso físico contrasta con la aparente fragilidad del personaje encarnado por Laia Costa, a la que propone arreglarle las goteras a cambio de acostarse con ella. «Llevo dos años y pico en un proceso de sanación muy potente», explica. «Para el personaje de la segunda temporada de 'The Head', un bicharraco que trabaja en la sala de máquinas de un carguero, cogí 41 kilos en tres meses. Y me reventé las piernas. Hice un entrenamiento de fuerza máxima, de 'power lifters', con la ayuda de mi preparador físico y mi osteópata».

En el rodaje de 'El Hoyo 2' alcanzó 153 kilos. «Durante la película pierdo 23. He tomado la decisión de que ya no hago más el animal para los personajes, se acabó coger kilos a propósito», promete Keuchkerian, al que sobre todo le preocupaban las escenas de sexo en 'Un amor'. «Me aterraban. No tengo tabús a nivel sexual, siempre que haya consenso, el sexo es una herramienta de aprendizaje brutal. Pero un set de rodaje no es el sitio, me violentaba. Laia me ayudó mucho; al final, tampoco fue para tanto». Eso sí, los gruñidos que emite en esas escenas para reforzar la parte animal del personaje también se han saldado con mensajes de los amigos: «Me dicen que follo como un jabalí».

Laia Costa y Hovik Keuchkerian en 'Un amor', de Isabel Coixet.

Hovik Keuchkerian está obligado en todas las entrevistas a hablar de su pasado. «Nací en Beirut en 1972 con una madre navarra que viajaba en aquellos años, lo que no era habitual. Allí conoció a mi padre, una historia muy bonita. A los tres años estalla una guerra civil y nos venimos a España. Es la historia de los armenios, que estamos en continua migración». Vivió hasta los veinte años en Alpedrete, en la sierra de Madrid, y se crió corriendo detrás de las vacas y cazando lagartijas. Abrió un gimnasio en Hortaleza y fue campeón de kickboxing antes de profesionalizarse en el ring. Tras quince victorias por KO y una derrota colgó los guantes. Su suerte: que un guionista de la serie 'Hispania' fuera cliente de su gimnasio. La película de Santiago Zannou 'Alacrán enamorado' supuso su despegue como actor, nominación al Goya incluida. Encarnaba, cómo no, al dueño de un gimnasio con mucho mundo.

«Estoy orgullosísimo de mi pasado y no sería el mismo actor si no hubiera pasado por todo eso», explica. «Porque un actor lo que hace fundamentalmente es vivir muchas vidas. Si tú no vives tu vida sino que la interpretas tienes un problema. Y tengo claro que esta no será probablemente mi última profesión. Yo me conozco muy bien, si pierdo la pasión, este trabajo tiene las horas contadas».

Hovik Keuchkerian con la Concha de Plata como intérprete de reparto en San Sebastián. En su papel de Bogotá en 'La Casa de Papel' y en su etapa de boxeador.
Imagen principal - Hovik Keuchkerian con la Concha de Plata como intérprete de reparto en San Sebastián. En su papel de Bogotá en 'La Casa de Papel' y en su etapa de boxeador.
Imagen secundaria 1 - Hovik Keuchkerian con la Concha de Plata como intérprete de reparto en San Sebastián. En su papel de Bogotá en 'La Casa de Papel' y en su etapa de boxeador.
Imagen secundaria 2 - Hovik Keuchkerian con la Concha de Plata como intérprete de reparto en San Sebastián. En su papel de Bogotá en 'La Casa de Papel' y en su etapa de boxeador.

Hovik reconoce que en su deseo de soledad se parece a El Alemán. Vive a las afueras de Alpedrete y solo baja a Madrid si no queda más remedio. Sin redes sociales, sin fiestas. «Soy una persona social y me gusta disfrutar de la gente. Pero necesito mis silencios del día, estar conmigo mismo, lo busco, lo exijo y me voy. Cumplo escrupulosamente mi contrato profesional y ya me has visto el pelo».

Ha trabajado en Hollywood ('Assassin's Creed') y hasta realizó una prueba para ser villano de James Bond. La cicatriz entre el pulgar y el índice de su mano izquierda se la hizo cuando supo que Álex Angulo, su compañero en 'Justi&Cia', se había matado en accidente de coche. Cogió un cuchillo, lo puso al fuego y se lo clavó. De todo ha aprendido.

«No suelo hablar de ello, pero al final de 'La casa de papel' estaba en un momento muy complicado, sobre todo alcohol y tabaco. Iba a la deriva, tenía un problema grave», reconoce. «Dejé de beber y empecé a entrenar y a los tres meses siguientes dejé de fumar. Ese año me ha dado el aire, porque estaba empezando a odiar la profesión. Iba al set como quien va a una oficina a hacer un trabajo automático. Y no podía ser, porque soy un ser absolutamente privilegiado, al que se le cruzó esta profesión con 37 años, algo inaudito. En eso estoy, he conseguido cruzar el desierto. He pasado por unos lugares que me han enseñado mucho. Conozco perfectamente mi oscuridad».

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