Secciones
Servicios
Destacamos
De cuando en cuando, Universal regresa a su antiguo bestiario, ese que componen personajes míticos del cine de terror como Drácula, la Momia o Frankenstein, para actualizarlos y ponerlos al día. Es más, tras el relanzamiento de 'La Momia' en 2017, con Tom Cruise como protagonista, la major, siguiendo la exitosa estela de Marvel y la no tan exitosa de DC, se planteó desarrollar una suerte de 'Dark Universe' en la que todas esas franquicias estuvieran interconectadas de alguna manera. En 2019, sin embargo, se canceló el proyecto pero eso no significa que buena parte de las ideas que iban a salpicar cada película no se hayan aprovechado. Sin ir más lejos, Leigh Whannell, el responsable de la película que nos ocupa, 'Hombre lobo', fue el encargado de relanzar 'El hombre invisible' en 2020, una estupenda cinta en la que Elisabeth Moss daba vida a la novia de un científico abusador y posesivo que, tras la muerte de éste, se ve acechada por algo desconocido.
Cinco años después el director de títulos como 'Insidious (capítulo 3)' o 'Upgrade' vuelve a acercar a un monstruo de la Universal al presente. «Los monstruos clásicos han perdurado por algo», explica Whannell en las notas de producción de 'Hombre lobo'. «Son tan emblemáticos y famosos como Michael Jordan, Marilyn Monroe, Charlie Chaplin, Winston Churchill... Todas esas personalidades de nuestra historia. La Momia, Drácula, el Hombre Invisible y el Hombre Lobo son el Monte Rushmore de la cultura popular. Hay algo en ellos inmensamente fascinante, aterrador y misterioso que los hace inolvidables», sostiene.
Sin embargo, cuando por segunda vez Blumhouse le propuso revitalizar una franquicia monstruosa, su primera respuesta fue no. «Acabo de hacer 'El hombre invisible'. No quiero ponerme después de eso con 'Hombre lobo'», les indicó Whannell. Hasta que se le ocurrió un nuevo enfoque. «Tenía que escarbar un poco y encontrar mi forma de adentrarme en la historia. En el pasado, el personaje del hombre lobo había estado marcado por una gran transformación, como la famosa escena de 'Un hombre lobo americano en Londres'. El hombre lobo en ese caso fue un maravilloso diseño de Rick Baker y es todo un referente en el mundo de los efectos manuales. Es imposible superar lo que hizo. Tanto es así que no deberíamos ni siquiera intentarlo, sino más bien ir por una senda totalmente distinta», explica.
Una senda que acerca a los personajes al mundo real, lejos de la fantasía. El filme comienza con un episodio de la infancia de Blake (Christopher Abbott), un escritor en paro, casado con Charlotte (Julia Garner), con la que las cosas últimamente no andan muy bien, y padre de la pequeña Ginger (Matilda Firth), con la que tiene una relación muy especial. Hace ahora treinta años, Blake y su padre salieron a cazar por los bosques de la remota aldea de Oregón en la que vivían. Pese a la obsesión de su padre por las técnicas de supervivencia y por la seguridad del muchacho, Blake se alejó un instante de su lado para dar caza a un cervatillo. Aquella jornada acabaría con los dos buscando refugio en una torreta mientras una suerte de feroz animal les acechaba.
Treinta años después, Blake, que creía haber dejado aquella vida atrás, hereda la casa tras la desaparición de su padre y convence a su familia para tomarse un descanso de la gran ciudad y visitar la propiedad. Todo se tuerce cuando, de camino a la granja y en plena noche, la familia sufre el brutal ataque de lo que parece un animal y, en un intento desesperado por huir, se atrincheran dentro de la casa -hay ecos de 'La noche de los muertos vivientes' o 'Asalto a la comisaría del distrito 13', sin su magia claro-, mientras la criatura merodea por la zona. Con el paso de las horas, Blake comenzará a comportarse de un modo extraño y Charlotte se verá obligada a actuar.
Comienza así esta pobre relectura de 'El hombre lobo', con sus traumas paternofiliales, que se desarrolla en una sola noche y apenas deja espacio para las sorpresas. Y eso que Whannell y el coguionista Corbett Tuck sí que añaden un elemento interesante a la propuesta al colocar al espectador en la piel de Blake cuando sufre esa trasformación paulatina y al subrayar la incomunicación cada vez más insalvable entre Blake y los suyos. «Comencé a pensar en ver al hombre lobo cambiando desde la perspectiva del monstruo», dice Whannell. «En cuanto vi que la pareja ya no podía comunicarse, ese fue el punto de inflexión. Blake escucharía hablar a su mujer y literalmente no entendería lo que decía. Me encantó la idea de mezclar los diálogos de uno y otro de modo que no se pudieran entender», comenta.
Pese a este hallazgo, es muy fácil prever por dónde van a ir los tiros de una película en la que las secuencias de violencia explícita quedan convenientemente difuminadas por la oscuridad y que toca temas muy trillados -la falta de comunicación, las consecuencias de la sobreprotección, la desconfianza...- desde puntos de vista mil y una veces abordados e insulsos. Para colmo de males, Christopher Abbott es de lejos uno de los peores hombres lobo vistos en la gran pantalla. En definitiva, una propuesta muy por debajo de la entretenida 'El hombre invisible'.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.