George Miller: «Sobrevivimos gracias a lo que aprendemos de contar historias»

-Su interés por contar historias se muestra no solo en la forma, sino también en el contenido de de sus películas.

-Soy un director en busca de su conflicto. Los humanos creamos historias de todo, cualquier señal o cualquier ruido puede ser motivo de una gran trama. Algunas de nuestras historias son delirantes, otras nutritivas y curativas, otras tóxicas. Sea lo que sea, es la única forma que tenemos para entender nuestra propia existencia. Si 'Fury Road' mantenía una línea narrativa feroz y directa, 'Tres mil años esperándote' salta reflexivamente en el tiempo. Es una pieza íntima con perspectiva de épicas proporciones por su contenido.

-La película comienza como un cuento en peligro de extinción en un mundo digital moderno. ¿Ese era su sentimiento al conectar con la narración?

-Lo que es realmente interesante para mí, a pesar de todos estos avances tecnológicos, es que seguimos programados para hacer historias. Seguimos avanzando contando nuestra experiencia. Se podría argumentar que hoy en día se cuentan más historias que nunca. Pero me impresionó mucho saber que Napoleón había leído todos los libros que existían en su época. Ahora es imposible leer todos los libros, ver todos los programas de televisión, todas las películas. No creo que las historias sean reemplazadas nunca. Creo que simplemente evolucionan. Hubo un censo británico en el que se preguntó a la gente cuál era su religión y un porcentaje muy alto escribió: Jedi. Respondieron como si 'La Guerra de las Galaxias' fuera parte de sus creencias. El cine está reemplazando una forma de mitología. Creo que cuanto más desconcertante se vuelve el mundo, más tendemos a buscar una historia que nos ayude a escapar o a entender nuestra existencia, aunque demos con historias que puedan ser tóxicas.

-¿Por qué le atrajo una película que profundiza en la naturaleza de la narración?

-Una de mis citas favoritas sobre la historia es la del narrador suahili que termina su historia diciendo: La historia ha sido contada. Si fue mala, fue mi culpa porque yo soy el narrador; si fue buena, entonces es de todos. No hay absolutamente ninguna duda de que las historias, una vez contadas, tienen su propia tracción y significan algo distinto para cada persona. No puedes pensar en las grandes historias a la ligera. He conocido personas que pueden seducirte con su manera de contar. Yo no soy así, no puedo levantarme espontáneamente y contar bien una historia. Pero puedo hacerlo con la cámara. Puedo crear una narración de dos horas donde relato lo que pienso y lo hago a mi manera.

-Ha dicho que descubrió esta novela en los 90. ¿Por qué ha decidido rodarla ahora?

-Guardo muchas historias en mi cajón. Me ha parecido que ahora era el momento de contarla y no sé qué ha activado mi interés. Todas las historias son alegóricas, incluso las historias personales que contamos. Quería hacer una película que tuviera resonancia en los tiempos que vivimos.

-En unas horas los personajes abarcan miles de años. ¿El amor puede ser eterno?

-Y contar historias puede ser eterno. Por un lado tenemos a una criatura que representa la razón, el personaje de Tilda, y por otro a una criatura que representa la emoción, que es el Djinn. Alguien que es mortal y alguien que puede vivir indefinidamente. Lo que ambos se revelan, va más allá de sí mismos, como el amor.

-¿Cómo han evolucionado las historias sobre mitos?

-Estamos programados para entenderlos. La propia Alithea dice en la película que las historias son la forma en que hacemos coherente un universo desconcertante. Y es verdad. Tú y yo probablemente nos sentiríamos y nos contaremos historias mientras nos conocemos. Es lo que pasa si eres del mismo equipo deportivo, si compartes historias médicas, historias políticas, historias comunitarias: nos hacen parte de un mismo universo. Hay cuentos con moraleja, otros creados para mantener la cultura, otros para ayudar a soportar duelos. Los humanos sobreviven gracias a lo que aprenden de contar historias, de la experiencia pasada.

-Emplea el realismo mágico para relatar su película

-Sí, pero cuidando de no caer en la apropiación cultural. He sido muy riguroso con la estructura de la película. Cuando más retrocedemos en el tiempo, tal como lo hacemos los seres humanos, más fantásticas se vuelven las historias. Como realizador, como contador de historias, me dedico a observar quiénes somos y comprender porque el alma necesita esas historias. Hay una dimensión poética en cualquier narración y eso es lo que me anima a seguir haciendo películas.

-En su próximo filme, 'Furiosa', vuelve al universo de 'Mad Max'. ¿Le gusta sentirse un director internacional gracias a esta saga?

-Desde el primer 'Mad Max', que pensé que estaba específicamente centrado en Australia, quedé bastante asombrado y no entendí durante un tiempo, por qué tuvo éxito en Japón, por qué lo vieron como una película de samuráis, o por qué en Francia lo equiparan a un western americano sobre ruedas. Hasta entonces, nunca había oído hablar de Joseph Campbell y solo un poco de Carl Jung. Cuando escribimos 'Mad Max', la tarea era contar una historia que siempre estaba en movimiento. Ahora creo que tenemos algo diferente en las manos con un guion bastante bueno.