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¿Quién se acuerda hoy de Rainer Werner Fassbinder (1945-1982)? Sin él no sería igual el cine de Lars Von Trier o de Pedro Almodóvar. Certero retratista de la Alemania de posguerra, renovador del melodrama con historias llenas de pasión pero alérgico a la ... manipulación sentimental, el autor de 'El matrimonio de María Braun', 'Lola' y 'Querelle' era uno de los cineastas europeos más populares en los circuitos de versión original cuando murió a los 37 años, víctima de una mezcla letal de cocaína y somníferos. «Ya dormiré cuando esté muerto», contestaba cuando se le advertía sobre su frenético ritmo de vida, que soportaba gracias a las drogas y el alcohol.
La propia imagen de Fassbinder, sobrado de peso, con sombrero de ala ancha, gafas de sol, bigote y perenne cigarrillo, acabó simbolizando el cliché del director de cine intenso y apasionado, que en el caso del autor de 'La ansiedad de Veronika Voss' se correspondía con la realidad de un realizador prolífico –41 largometrajes–, que siempre filmaba con ira, dolor y una incansable voluntad de conocimiento. François Ozon nunca ha ocultado que Fassbinder es una de sus mayores influencias: en 2.000 adaptó una obra del alemán en 'Gotas de agua sobre piedras calientes', que ganó el Premio Teddy al mejor filme de temática gay en la Berlinale. En 'Peter Von Kant', filme que inauguró la última edición del certamen germano, realiza su particular versión de 'Las amargas lágrimas de Petra Von Kant', sustituyendo a la diseñadora de moda del filme original por un director de cine trasunto del propio Fassbinder.
Denis Menochet, al que el 11 de noviembre veremos como protagonista de 'As bestas' de Rodrigo Sorogoyen, aporta el parecido físico con el realizador. Un piso en Colonia de amplios ventanales que le confieren un aspecto de escenario es casi la única localización (la cinta de 1972 adaptaba una obra de teatro). Peter Von Kant es un director de éxito, déspota y cocainómano, que maltrata a su asistente (genial Stefan Crepon, sin abrir la boca en todo el metraje) y se enamora perdidamente de un joven actor que no dudará en utilizarle para triunfar (Khalil Gharbia).
«Fassbinder escribió este texto para el teatro y lo dirigió para el cine cuando solo tenía 25 años», cuenta Ozon. «Acababa de descubrir los melodramas hollywoodienses de Douglas Sirk y rodó su obra sobre la dependencia afectiva y la imposibilidad de amar en una relación de igualdad, utilizando todos los artificios teatrales y manierismos cinematográficos». La presencia de Isabelle Adjani y Hanna Schygulla, que trabajó con Fassbinder, añaden capas a esta película que parece de otra época en el buen sentido.
«Los hombres destruyen aquello que aman», dice el estribillo de una de las canciones que suenan de fondo en este filme que avanza a través del diálogo, de apasionadas discusiones y declaraciones de amor, en el que la intensidad del cine de Fassbinder se mezcla con la ironía habitual del autor de 'Bajo la arena'. La entrega de Denis Menochet, que tan pronto resulta brutal como patético, redondea este canto de amor de Ozon a su maestro.
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