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'20.000 especies de abejas' ha llegado a la competición del Festival de Málaga con ventaja respecto a las otras películas. Su estreno en la pasada Berlinale se saldó con excelentes críticas y el premio de interpretación para la pequeña Sofía Otero, el alma ... de una cinta que muestra el terremoto emocional que provoca una niña trans en una familia durante un verano. Su directora, Estíbaliz Urresola, ha recordado en Málaga el triste acontecimiento que sirvió de germen del guion: el suicidio en 2018 de Ekai Lersundi, un adolescente transexual de 16 años de Ondarroa, que estaba a la espera de un tratamiento hormonal que nunca llegó.
«El caso de Ekai fue un pequeño despertar en Euskadi», recordó la cineasta. «Fue un momento en el que empezamos a mirar hacia esa realidad, hasta entonces las infancias trans no formaban parte del imaginario del cuerpo social. El día del estreno de la película, un menor en Cataluña se quitó la vida porque encontraba demasiado sufrimiento para encajar en un sistema rígido como el que habitamos. Ekai dejó escrita una carta llena de luz y esperanza. Decía que tomaba esa decisión para visibilizar la realidad de otros niños y niñas en su situación. Esperaba que los que vinieran detrás tuvieran más facilidades para habitar el mundo libremente. Yo me he agarrado a ese espíritu para crear una película que sirva de puente entre 2018 y la actualidad, cuando una niña como Cocó puede encontrar el abrazo familiar».
La ópera prima de la directora de Llodio, que llega a los cines el 21 de abril, no hubiera sido posible sin su contacto con Naizen, la Asociación de Familias de Menores Transexuales de Navarra y Euskadi, donde encontró a Sofía Otero. «Son familias que están transitando por estos procesos y me abrieron las puertas de sus vidas y su intimidad», recuerda. «Conté con mucha confianza por su parte y me permitieron acercarme a esta realidad cada vez a niveles más profundos. Quería que el público sintiera la misma situación de privilegio que yo había experimentado al poder contemplar de primera mano sus vidas».
Rodada en castellano, euskera y francés, '20.000 especies de abejas' sigue a una familia en trance de separación, que regresa en verano de Baiona, donde viven, a la casa materna en Llodio. El eje de la historia es la pequeña Cocó, que quiere que la llamen Lucía y no Aitor (Sofía Otero, una niña de nueve años de Basauri). La lucha por reafirmar la identidad de una niña trans vertebra toda una trama rica en temas como los postergados sueños artísticos de la madre, la figura de un abuelo artista con una vida no muy ejemplar y las redes de sororidad que se establecen entre las tres generaciones de mujeres. Patricia López Arnaiz, Ane Gabarain e Itziar Lazkano acompañan en el reparto a Otero, que ganó el Oso de Plata en Berlín pero no podrá competir por el Goya al ser menor de 16 años.
«En cuanto le hice la prueba para el personaje central, vi que el canal de comunicación que tenía con ella era limpio y directo», alaba la directora. «Sofía era capaz de entender muchos matices que le proponía en las escenas. Cuando trabajas con actores no profesionales te tienes que fiar de esa comunicación. Sofía tiene un mundo emocional muy rico, porque si no, no sería capaz de trasladarlo. Ella es inmensa y estuvo increíblemente arropada por las actrices de la película». A Urresola le llamó la atención en el proceso de documentación con las familias que quienes habían hecho el tránsito no eran tanto los pequeños y pequeñas, como los adultos. «Las familias habían tenido que transformar su mirada hacia sus hijos y hijas. Eso me parece que tiene un valor inmenso porque nos interpela como sociedad», reflexiona la directora, que rodea a la niña de «una colmena familiar» compuesta por mujeres, cuya identidad también ha estado sojuzgada históricamente por la mirada de los otros.
Estibaliz Urresola solo hizo el casting a niñas para el papel protagonista. «Era más orgánico y sensato buscar una niña y hacerle entender qué pasaría si el mundo entero te ve como un niño. Era más fácil que ella lo comprendiera, un niño caería en la performatividad del género y entraría en clichés», argumenta. Según la realizadora, la realidad de los niños trans resulta más compleja de asimilar para los adultos que para los pequeños. «Los padres me contaban que los hermanos interiorizaban enseguida que quienes tenían delante no era un niño, sino una niña. La generación que viene tiene en las aulas compañeros que han hecho una transición, lo aceptan muy rápido y tenemos mucho que aprender de ellos».
Las abejas sirven como metáfora en la película. El personaje de Ane Gabarain elabora miel y practica la apiterapia, tratando de sanar con aguijonazos de unos insectos tan variados como los humanos, de ahí el título de la película. «Las abejas son fascinantes», observa Estibaliz Urresola. «Y como las infancias trans, dan miedo porque son desconocidas. Google me dijo que había 20.000 especies, la diversidad es la norma».
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