Javier Fesser
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Javier Fesser
A Javier Fesser (Madrid, 59 años) se le ve satisfecho. No es para menos. La empresa que tenía el inquieto director por delante no era fácil: retomar a los personajes de 'Campeones', la película con la que tocó el cielo en 2018, y contar una ... nueva historia en la que la comedia y la emoción sigan tan frescas como el primer día. 'Campeonex', que desembarca en los cines el 18 de agosto, no solo lo consigue sino que en un buen puñado de momentos la supera. «Me siento a gusto hablando de ella», dice al otro lado del teléfono en mitad de una intensa jornada de promoción.
-Con el cariño que los espectadores tienen por los campeones y el recorrido tan exitoso que hizo la película, ¿le preocupaba no estar a la altura de las expectativas?
-No. Yo creo que con preocupación es muy difícil hacer ninguna obra creativa que merezca la pena. Está hecha, primero, desde el agradecimiento profundo a lo bien que se portó el público con aquella película. Y segundo, aprovechamos el interés que se supone que va a despertar esta por el éxito de la primera para profundizar más en el mundo de la discapacidad intelectual, introducir la discapacidad funcional, y contar cosas más profundas, más comprometidas, que quizás en la primera parte no hubiera sido lo más adecuado.
-Es cierto. La película amplia su campo de acción, aparece el entorno familiar, los centros de ayuda...
-Claro, es que la discapacidad intelectual es un universo inmenso. La circunstancia familiar, laboral, sentimental, la gestión de los problemas diarios desde esta perspectiva... Son elementos muy interesantes de contar porque es como un universo paralelo. Habitamos el mismo planeta, el mismo mundo, pero el sistema operativo con el que percibes tu existencia es diferente. Y es un sistema operativo que se puede analizar de mil maneras, pero el resultado de esta mirada más positiva, más sencilla y más emocional de la vida, es una vida más alegre, más divertida, más directa y más natural.
-¿Cuál fue el detonante del nuevo guion? ¿En qué momento dijo: «Venga, vamos a por la secuela»?
-Pues mira, la verdad es que hubo un detonante que fue cuando Athenea Mata, con quien he escrito el guion, y yo conocimos a una chica con discapacidad intelectual en México. Se llamaba Ana Paula y le resultaba imposible comunicarse, mirarte, hablar... Pero a través de un aprendizaje consiguió comunicarse con una tablet y salió a la luz que, dentro de su cuerpo incontrolado, había una mente brillante, despierta, inteligente y divertida. Ese fue el momento de decir: «Hay que volver al mundo de la discapacidad para contar otra historia muy emocionante». Eso generó una primera historia, un primer tratamiento que luego derivó en otro, y bueno, como todos estos procesos, al final esa historia no está directamente en la película, pero tiene mucho que ver con el alma de 'Campeonex'.
-Es una película más ácida y más gamberra. ¿Fue una decisión consciente o surgió así?
-Fue surgiendo así porque no hay nada en esta película que provenga de una decisión previa. La verdad es que en la forma de escribirla, rodarla y hasta montarla no hay ninguna estrategia ni narrativa, ni de producción, ni de nada, sino que la historia ha fluido de forma natural. Incorporamos a Brianeitor, que es uno de los personajes más importantes, una semana antes de empezar a robar. Todo ha estado vivo, orgánico y en movimiento hasta el ultimísimo momento antes de tirar la primera copia estándar de la película. Se trataba de poner en escena las cosas y los personajes que hemos conocido en estos años en los que hemos ido acompañando a la primera película por medio mundo. He tenido la suerte de hacer una nueva inmersión muy profunda en el entorno de la discapacidad, de los centros, de las familias, de las relaciones, de los problemas. La verdad es que me gusta pensar que es una película que ha ido produciéndose y fabricándose de una forma espontánea y natural.
-¿Eso no lo hace más difícil?
-Puede ser, pero que sea más fácil o más difícil, en el fondo, yo creo que al final al espectador le da exactamente igual. El espectador lo que quiere es pasarlo bien, emocionarse, crecer viendo una película y salir con buen rollo. Y si ya te ha costado mucho o te ha costado poco, ese no es su problema ni su trabajo. ¿La película ha sido difícil hacerla de esa manera porque no estaba todo tan previsto? Pues sí, la verdad es que sí. Pero por otro lado, nos ha llenado de momentos irrepetibles, originales y cosas que es muy difícil preconcebirlas tú solito, en tu casa, escribiendo.
-¿Surgían en el set? ¿Antes?
-Sí, yo diría que la máxima creatividad está más bien en la preparación que en el propio rodaje. Porque luego en el rodaje todo es tan rápido, tan desordenado... Son tantos los condicionamientos, que yo utilizo la preparación, los ensayos, las localizaciones. Es ahí donde estoy hiperabierto a que todo cambie, a incorporar todo. O sea, realmente donde soy una esponja total es preparando la película.
-El reparto de 'Campeonex' forma parte ya del 'star system' español ¿Han venido con más exigencias esta vez?
-No, en absoluto. Y no es que sean conocidos, es que yo recuerdo haberme ido en avión a Canarias con Sergio Olmos y al tío se olvidó el DNI. A la hora de facturar, dijo que no lo tenía y le dijeron: «Ni falta que hace, campeón», y le metieron adentro. Si me lo llego a olvidar yo, no vuelo. Y sin embargo la gestión de la fama y todo eso lo único que ha provocado en ellos es el orgullo de saber que han contribuido a mejorar la vida de muchos amigos y de muchas personas que conocen, que antes no estaban tan a gusto y se sentían más invisibles.
-En este caso la competición no es solo física pues al atletismo se suma un competitivo videojuego al que todos acaban jugando.
-Sí, el tema de la tablet de Ana Paula levantó la chispa: las nuevas tecnologías, la realidad virtual, el videojuego... Y nos dimos cuenta de que eran unas herramientas muy poderosas para que personas con discapacidad de cualquier tipo pudieran salir al ruedo como uno más y en donde desaparecen las etiquetas que lleva uno. La etiqueta de la discapacidad es muy injusta, ya que deja claro lo que no sabes hacer, pero no habla de lo que sabes hacer brillantemente. Y en el mundo del videojuego de repente desaparecen los estigmas que tenemos todas las personas, uno porque es gordo, otro porque es flaco, otro porque es calvo... Queda tu avatar y sales a un mundo donde te relacionas con otras personas, en donde te mueves, donde saltas, donde corres, donde compites, en igualdad de condiciones, porque incluso en el caso de las limitaciones físicas hay periféricos que te ayudan a solventarlas. Y ya el colmo de la buena suerte fue encontrar a Brianeitor, que encima es un gamer de altísimo nivel en la realidad. Y una vez más la película está ahí llena de verdad, que es precisamente lo que más conectó con la primera película: ver en la pantalla personas que se muestran como son, no que interpretan nada que otros han escrito.
-¿Qué dificultades se encontraron al plasmar ese mundo virtual en la gran pantalla?
-Dificultades ninguna, lo que nos encontramos son oportunidades de hacer cosas nuevas. Yo soy bastante ajeno a los videojuegos y todo este mundo virtual, pero tengo mucha curiosidad y me ha encantado investigar el mundo de los e-Sports. Y fíjate que hemos tenido que crear, inventar y diseñar un videojuego 'ad hoc' para la película. Y lo hemos hecho desde la técnica del videojuego, no desde la técnica de la animación 3D, porque queríamos hacer realmente un videojuego, así que la tecnología que hemos utilizado y la producción de toda esta parte de la película lo han hecho expertos en videojuegos, no expertos en animación.
-La cinta está muy pegada al lenguaje y el mundo de la juventud, con términos como 'glitch' o 'streamer'. ¿Le ha rejuvenecido el proceso de documentación o, por el contrario, le ha hecho sentirse más viejo?
-Más joven. Desde luego yo me siento mucho más joven. Creo que la juventud está muy relacionada con aprender y creo que cuando uno aprende y sigue aprendiendo, es que sigue siendo joven y le queda mucho tiempo de seguir siéndolo. En el momento en el que deja de aprender, o en ese momento trágico de la vida en el que uno cree que lo sabe todo, creo que ahí es cuando de verdad empieza el envejecimiento.
-Lo cierto es que como apuntaba una compañera en la rueda de prensa de presentación de la película, un espectador de más de cuarenta o de cincuenta años, se puede sentir como una persona con discapacidad ante ese mundillo.
-Total. Yo creo que el trabajo que hace la película es mostrar también un universo que es nuevo, para mí y para muchos espectadores. Sin embargo, habrá otra franja enorme de gente muy joven, de diez años, a los que les va a volver locos porque habla su idioma. Es un lenguaje absolutamente nuevo y original, y que para mí hasta hace un año era marciano, pero que está dialogando con ellos directamente. Y qué bonito y qué bien conviven esos dos mundos. Y cómo, de una forma tan natural, los campeones acceden a una cosa desconocida para ellos, pero como hacen siempre, lo desconocido no les da miedo, sino que les despierta la curiosidad y ganas de aprender, que es lo interesante de la vida. ¡Qué poco se aprende de alguien que es igual que tú y que piensa igual que tú!
-Hablaba de que el gran descubrimiento que es Brianeitor. ¿Sabía ya que tenía una joya entre manos?
-Desde el primer minuto en que conocí a Brian a través de una videoconferencia. Desde ese primerísimo instante sentí que teníamos película y que solo quedaba el trámite de rodarla. Te soy supersincero.
-¿Y aportó él cosas a la historia? ¿Pudo meter baza de alguna manera?
-Lo aportó todo, porque es que estamos hablando de que su personaje es básicamente él. Aunque él vive otra circunstancia distinta, y no vive en un centro, como sí sucede con su personaje en la película. Pero digamos que su personalidad, su mirada, su luminosidad, su punto de vista tan optimista y esa capacidad que tiene, brutal y emocional, de convertir todas las dificultades en oportunidades están en la película. Es que él es un ejemplo. Estamos hablando de un chaval que cuando le diagnosticaron la atrofia muscular degenerativa, con dos años, ya le explicaron que moriría a los seis, como muy tarde. A partir de entonces, todo en su vida no ha sido más que superación de metas, de barreras, para convertirse ahora mismo en un tío feliz, que hace lo que quiere hacer, que es dueño de su vida, y sobre todo que inspira la vida de miles de personas y de miles de chavales que le ven cada día jugando, comentando su juego y su interpretación del mundo, que es una interpretación luminosa y positiva. Brianeitor es un ser que, al minuto de conocerle, te olvidas de que va en una silla de ruedas, de que no puede mover su cuerpo, de que tiene una máquina que respira por él. Todo eso es algo anecdótico, es tan grande como persona que todo lo demás no tiene ningún interés.
-La cinta atesora otra sorpresa: Elisa Hipólito. Su papel es el de la entrenadora positiva, que en otras manos quizá hubiese tenido un punto exagerado, chirriante, pero que Hipólito borda y eso que es su primera película.
-Lo borda, sí. Es otro de los regalos que han venido con esta película. Su personaje, de hecho, tiene mucho que ver con ella. Tiene 21 años y es su primera película. Tiene todas las ganas del mundo y está superpreparada, pero tiene mucha inexperiencia y sobre todo esta mirada inocente, ingenua, limpia, y todo eso se lo regala y lo transmite a su personaje que es Cecilia. Esta nueva entrenadora, es lo contrario al de la primera entrega, es la ingenuidad absoluta, las ganas de aprender y de crecer, y entra de forma voluntaria a este equipo. Y encima viene con una etiqueta también, la de gafe. La utilizamos para tratar de desmontar las etiquetas y también para demostrar que a tu propia etiqueta, es decir, a tu dificultad o a algo que te está limitando o condicionando, le puedes dar la vuelta y utilizarla a tu favor.
-Después de la pandemia, ¿qué supone volver a estrenar en cines?
-Pues es una alegría enorme. La verdad es que yo soy de los que ha vuelto al cine feliz tras la pandemia. Hay algo en la experiencia de ver una película en el cine que te coloca, digamos, de tú a tú con una película. En el momento en el que no tienes un mando que pueda detener la película, ya no eres tú el que tiene el control, ya le estás diciendo a la película: «He venido a verte, ahora haz tu trabajo de contarme la historia y de emocionarme y hacer que me lo pase bien». Ojo, también hay un trabajo por parte de quien va a verla. En casa no ocurre lo mismo, en casa parece que tu tienes el control y que decides qué vas a ver, cómo, cuándo y en qué momento.
-Hay gente utiliza términos como 'cultura woke' o 'inclusión forzada' para criticar el hecho de que la industria se esté abriendo más a todo tipo de personajes e historias. ¿Qué les diría?
-Es que que las películas sean un reflejo de la sociedad y de la vida cada vez más diverso a mí me parece maravilloso porque como espectador me encanta ver cosas que no se parecen a mí. Me encanta ver puntos de vista distintos y universos que no son el mío. Y ver a personajes como los campeones tan cercanos, tan parecidos en tantas cosas, pero a la vez con un punto de vista tan original, sorprendente y bonito... No sé, es también un espejo, ¿no? Yo puedo mejorar en muchas cosas, yo puedo hacer que mi vida sea más alegre en general con cuatro tonterías. Yo creo que son pequeñas grandísimas lecciones que nos dan los campeones, nos las dieron en la primera película y creo que aquí ya multiplican por cuatro ese espíritu.
-Pese a que dio el salto al largometraje hace muchos años, no ha dejado de hacer cortos. ¿Qué le aporta el medio que no le da el largometraje?
-Tampoco creas que yo veo muchísima diferencia entre una cosa y la otra. Al final son historias en las que tratas de contar y de compartir lo que se te pasa por la cabeza, ¿no? Es verdad que el corto, como no incluye toda la parte que tiene que ver con la recuperación de una inversión, con la crítica o el éxito en la taquilla, te permite de trabajar con una libertad especial. Para mí el corto tiene mucho también de laboratorio, de entrenarte, de probar cosas de las que igual no estás seguro pero que te apetece investigar. Digo esto, pero tengo que decir que las películas tengo la suerte de hacerlas de una libertad máxima. Para mí son todo películas y la única diferencia es la duración.
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