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Michel Franco. Efe
«Estoy en contra de ser condescendiente con el espectador»

Michel Franco

Director de cine
«Estoy en contra de ser condescendiente con el espectador»

Estrena 'Memory', una peculiar historia de amor entre una exalcohólica y un tipo con demencia, protagonizada por Jessica Chastain

Iker Cortés

Madrid

Miércoles, 19 de junio 2024, 18:55

Michel Franco (Ciudad de México, 1979), uno de los cineastas independientes más interesantes de Latinoamérica, desembarca esta semana en la cartelera española con 'Memory', una peculiar historia de amor entre Sylvia, una trabajadora social, madre y exalcohólica, a la que da vida Jessica Chastain, y Saul, un hombre con inicio de demencia, encarnado por Peter Sarsgaard, que por este trabajo recibió la Copa Volpi al mejor actor en el Festival de Venecia. La cinta da comienzo durante una antigua reunión de alumnos del instituto, cuando a ella se le sienta al lado un extraño. Incómoda, decide marcharse, pero el tipo acaba siguiéndola hasta casa. La colaboración entre Chastain y el cineasta mexicano ha sido tan provechosa que ya preparan una nueva película juntos, 'Dreams'.

-¿Cómo surgió esta historia?

-Lo primero que se me ocurrió es la idea de la reunión escolar y el tipo que la acosa. La sigue, no hay diálogos, y el trayecto es largo: en metro, en la calle y se queda ahí, fuera de la casa, toda la noche. No sé por qué se me ocurrió esa secuencia y, como me venía a la mente de forma recurrente, pues terminé tratando de entender quién es él, quién es ella y por qué la sigue. Una reunión de antiguos alumnos siempre es la oportunidad para entender que en los años formativos entre estos personajes pasaron muchas cosas. Y ahí empezó todo.

-Como ocurría en su anterior película, 'Sundown', 'Memory' va desvelando sus incógnitas poco a poco. ¿Reservar sorpresas e incluso desorientar un poco al espectador es una manera de mantener su interés?

-Es que creo que el cine es entretenimiento y mi concepto de entretenimiento tiene que ver con que no sea monótono. Estoy completamente en contra de esa idea, que sobre todo es hollywoodense y que tristemente han adoptado casi todos los países, de ser condescendiente con el espectador y explicarle todo en los primeros cinco o dies minutos: cuál es la meta del personaje y quién es bueno y quién es malo. Es una simplificación que hace las películas aburridas y predecibles. Así que trato de que cada historia sea diferente y no lo veo como información, sino como capas que se deben ir poco a poco revelando, de donde viene la satisfacción para el espectador.

-La adicción de la protagonista ya da pie a temas muy interesantes: la sobreprotección con la que educa a su hija o la misma reunión de antiguos alumnos en la que parece no sintonizar con nadie precisamente porque todos están con unas copas. ¿Hemos normalizado en exceso el alcohol?

-A ver, a mí me gusta tomar, pero por supuesto que en la mayoría de los casos hace más mal que bien. Y no solo es el alcohol, creo que son todas las pastillas, incluso recetadas, los antidepresivos y demás. Cuando la gente está responsablemente medicada, eso es algo que está muy bien y nos ayuda a vivir. Pero todas estas muletas que usamos suelen ser excesivas, si abusamos de ellas o las usamos para que nos ayuden a evadir la vida, pues acaban por dañar. Yo admiro mucho al personaje de Sylvia, que a través de la sobriedad asume quién es y por qué está donde está. Y ve de cara sus problemas y cree que se debe hablar de todo. Y me parece terrible la postura del cuñado, cuando sus hijos preguntan por qué la tía nunca bebe cerveza, y dice que no pasa nada. Es un poco esa idea de ojos que no ven, corazón que no siente, cuando al final lo que no vemos nos va a terminar de matar.

Franco, en el centro, junto a Sarsgaard y Chastain, durante el rodaje.

-Eso le iba a preguntar. El alcohol está muy extendido en la sociedad, pero cuando alguien tiene un problema con el alcohol, corremos a taparlo. ¿Qué nos pasa?

-Pues que está la gente hablando de sus propios problemas. No reconocer la sobriedad de Silvia es una manera, en realidad, de no querer reconocer el problema que ellos tienen con la bebida, probablemente, o el miedo de que sus hijos caigan en lo mismo. Yo admiro mucho a la gente que vive sobria, porque tienen asumido, de mejor modo, el mundo real, sus problemas, sus retos y su relación con los demás. Y también por eso la película empieza en esta reunión de alcohólicos anónimos, en donde todos los personajes son, en realidad, alcohólicos anónimos reales. Es un homenaje.

-¿Cómo fue la elección del casting?

-Para todos los personajes secundarios, fue mi directora de casting, Susan Shopmaker, que es de Nueva York. Trabajé con ella por primera vez en 'Chronic' (2015). Pero en el caso de Jessica fue a través de una conversación entre su agente y mi agente. A Jessica le gustaba mucho mi cine y quería trabajar conmigo y se había corrido la voz de que había un guion que le podía quedar por edad. Así que fue más o menos sencillo, porque una vez que Jessica lo leyó y platicamos, pues yo me sentí muy halagado y muy interesado. Vi que ella entendía perfectamente cómo trabajo y que es justo lo que ella quería. Nunca hemos tenido un conflicto y siempre hemos trabajado en sincronía, a pesar de que los dos tenemos personalidades fuertes, pero siempre vamos en la misma dirección.

-¿Y en el caso de Peter Sarsgaard?

-Yo sabía que haciendo una historia de amor lo más difícil es la química, porque tiene que haber una química real y eso no se puede fingir, así que le pregunté a Jessica con quién le gustaría actuar y Peter fue el primer nombre que surgió. Lo conocí, nos entendimos de maravilla y así fue.

-Encarna a Saul, un tipo con un inicio de demencia, y esto ya es poco habitual porque en el cine a menudo la demencia ya se presenta en un estado avanzado.

-Sí, ¡qué bueno que haces la distinción! La demencia siempre se interpreta ya en fases muy avanzadas y creo que lo que limita mucho a esas películas y a sus actores es que no se escriben personajes. Peter siempre dice que él no interpretó la demencia, sino que interpretó a Saul, un personaje que empieza con la demencia. Fue muy inteligente en ese sentido y se preparó mucho para hacerlo, hablando con especialistas y con pacientes. Ahí vio cuánto sentido del humor tienen y cuánto se ríen también de lo que están atravesando. Además no fuimos a lo obvio, que es todo oscuro y dramático, sino que encontró mucho de contrapuntos.

-Su enfermedad también lleva al espectador a hacerse preguntas acerca de la identidad y de la personalidad.

-Sí, entendí que definitivamente había una película porque ataca todas estas inquietudes que acabas expresar y otras y me parece muy interesante. El miedo de perder la memoria, a perder la cabeza, ¿seguiré siendo yo si ya no me acuerdo de quién soy? Creo que la respuesta es sí, porque uno es presente a cada momento. Pero bueno, es más complicado que eso. Y sobre todo es un miedo que tengo y que creo que mucha gente comparte.

Un fotograma de 'Memory'.

-Peter Sarsgaard se llevó la Copa Volpi. ¿Qué importancia concede a los premios?

-Siempre pienso dos cosas cuando reciben premios mis películas. Por un lado, que es muy bueno para la vida de esa película, ya que seguramente recibirá más atención de más público. Y eso es positivo, por supuesto, porque es muy difícil hacer una película y lo que uno quiere es que la vea mucha gente. Por el otro, que estos premios me animan a seguir adelante, ya que escribir, producir y dirigir es una labor cansada y los premios suponen un voto de confianza, un 'vale la pena'. Y aunque acabando cada proceso de película me siento exhausto, eso me ayuda a recuperar fuerzas.

-¿Dirigir a actores como Jessica Chastain o Peter Sarsgaard, facilita conseguir financiación o la distribución de una película como las suyas?

-A conseguir financiación no, porque ellos entraron a la película cuando ya estaba todo... Yo soy el productor y todas las películas las filmo en orden cronológico, más o menos con el mismo equipo técnico. Mantengo los presupuestos controlados. Que entre Jessica no cambia la ecuación. O sea, si me hubieran dicho que iba a entrar Jessica, pero que por ser quien es va a tener que trabajar de cierto modo o tener tales comodidades, no hubiese trabajado con ella. Es ella quien se adapta a mi manera de trabajar, y lo hizo encantada, y por eso ya repetimos y seguiremos filmando. De esta manera, todos los esfuerzos y recursos se van a la pantalla y cuantas menos cosas estorban, más cerca estamos y menos tiempo se pierde. Yo trato igual una película si estoy filmando en Estados Unidos o en México o si el elenco es tal o cual. Luego, eso sí, estos actores sí atraen más público y generan más interés, por supuesto.

-Imagino que los grandes estudios le han seducido en alguna ocasión, ¿qué le lleva a decir que no?

-Bueno, para mí el cine es un medio de expresión personal. Trato de hacer una película al año, en la que reflejo en donde estoy mentalmente, emocionalmente, y tengo que proteger esa independencia. Me cuesta trabajo creer que si hay detrás una compañía, un comité de gente que va a intervenir, que va a hacer mucho ruido con ideas preocupaciones, que por lo general estarán orientadas a lo económico, esa independencia no se vaya a ver coartada. Si llega a haber un escenario casi utópico, en donde puedo colaborar con un estudio y todo eso se mantiene intacto, pues ¿por qué no?

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