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'Back to Black', el 'biopic' que repasa la trayectoria de Amy Winehouse, comienza con una carrera de la malograda artista hacia lo que se intuye como la felicidad, mientras su voz en off pronuncia el texto de una carta de solicitud que, con catorce años, envió a la Sylvia Young Theather School, una escuela de secundaria especializada en arte: «Quiero ser recordada por ser una actriz, una cantante, por vender todas las entradas de mis conciertos y llenar los teatros del West End y de Broadway, quiero ser recordada por ser simplemente yo. Quiero que la gente escuche mi voz y que olviden sus problemas durante cinco minutos».
Winehouse tenía tan solo 27 años cuando el 23 de julio de 2011 hallaron su cuerpo sin vida en su casa de Candem Town, en Londres, a causa de una intoxicación etílica, pero para entonces ya había cumplido buena parte de los sueños que describía en aquella misiva. Con su estética imposible, que navegaba entre las pinup estadounidenses de los cincuenta y los sesenta, y el chonismo y la horterada británicos, la artista y compositora británica volvió a poner en el circuito comercial géneros esquivos a las masas como el jazz, el rhythm and blues, el soul o el ska. Sin embargo, las adicciones al alcohol y las drogas, sus desatinos en público y una tormentosa vida amorosa acabaron convirtiéndola en una suculenta diana para la prensa amarilla.
Esa es al menos la tesis que sostiene la película dirigida por Sam Taylor-Johnson, que este viernes desembarca en la cartelera. No es la cinta sobre la cantante una pieza sutil y de estructura compleja. Al contrario, durante los primeros compases del largometraje, que comienza unos meses antes que una discográfica se fijara en ella y culmina con su fallecimiento, el guion de Matt Greenhalgh parece obsesionado con dejar entrever las conexiones familiares, los gustos musicales, las pulsiones adictivas, el caos y las heridas abiertas -el divorcio de sus padres a los nueve años la dejó tocada- que gobernaban la vida de una artista, de personalidad y carácter tan fuertes como su fragilidad, que nació en el seno de una familia judía y que siempre tuvo en su abuela Cynthia a su gran referente.
Es esa necesidad de explicitar todos y cada uno de los rasgos de Winehouse, harto conocidos, así como su periplo vital -del lanzamiento de 'Frank', al exitazo de 'Back to Black', compuesto tras su ruptura con Blake, el que sería su gran amor, pasando por las desavenencias con el sello discográfico, la presencia constante de su padre Mitchell o sus ansias de ser madre-, la que configura una película más bien plana y con pocas sorpresas.
Donde no falla la cinta es a la hora de plasmar muchas de las actuaciones de la diva que alcanzó el éxito planetario en 2006 con canciones como 'Rehab' o 'You Know I'm Not Good'. En este sentido, la gran sorpresa del filme reside en el magnífico trabajo de Marisa Abela a la hora de encarnar a la temperamental Amy Winehouse. Abela captura a la perfección las formas y las maneras de la artista sin caer en la imitación, pero es que además canta en todas las canciones de la película. «Sé cantar, pero nunca había intentado cantar en el estilo de alguien y menos en el de Amy, que es muy particular, muy específico y auténtico», deja caer la actriz en las notas de producción. «Creo que al principio nadie se planteó utilizar mi voz, pero me parecía importante hacer todo lo posible para meterme en el papel», continúa quien decidió ir a clase de canto dos horas y media diarias durante cuatro meses y trabajó con el productor musical Giles Martin para adaptar su voz a los cambios que tuvo la de Amy con el paso de los años.
«He querido hacer una película desde la perspectiva de Amy, desde su mirada. El único sitio donde podía encontrar su verdad era en la música que componía, por eso decidí contar su historia con sus palabras, a partir de las canciones que escribía, a las que entregaba su alma. Cantaba su amor, su dolor, sus decepciones, y lo hacía con una emoción profunda salpicada de un humor cortante», relata por su parte la directora. «Con cinco premios Grammy y 16 millones de copias vendidas, el álbum 'Back to Black' es el bastidor de esta película. El latido del corazón de Amy se hacía más fuerte con cada desilusión, y volcaba sus emociones, su historia de amor entre Blake y ella en cada canción. Esta película es una historia de amor, pero también es una carta de amor para Amy Winehouse escrita con su voz, sus palabras y desde su punto de vista. Tan solo ve el bien porque el amor es ciego», concluye.
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