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Esperanza Elipe y Ángela Ibáñez, en una imagen del cortometraje. R. C.
El amor de madre mal entendido

El amor de madre mal entendido

La actriz y directora Lucía Álvarez acaba de estrenar 'Amor de madre', un cortometraje que lleva por vez primera a la pantalla un texto íntegro de Almudena Grandes

Iker Cortés

Madrid

Sábado, 12 de octubre 2024, 00:10

La puesta en escena es sencilla. Una mujer, sentada a una mesa, cuenta a sus siete compañeros cómo acabó cayendo presa del alcohol. La culpa, sostiene, la tuvo su hija Marianne, que cuando llegó a la adolescencia cambió su inocencia, bondad y también docilidad, por la rebeldía propia de los años mozos y los novios raritos y, claro, ella comenzó a aplacar la falta de control sobre la joven con la bebida. El texto de este hipnótico monólogo acerca del amor mal entendido, que borda Esperanza Elipe, es en realidad de Almudena Grandes. 'Amor de madre' fue uno de los cuentos que la autora madrileña incluyó en su libro 'Modelos de mujer' (1996).

Ahora la actriz y directora Lucía Álvarez lo ha convertido en un cortometraje que la pasada semana tuvo su puesta de largo en el Festival de Cine de Ourense. «Es una madre que piensa que está cuidando a su hija, que está haciendo todo lo posible por que su hija vuelva al redil, pero los métodos que utiliza no son nada ortodoxos y para nada está respetando la voluntad de su hija», explica la directora. Curiosamente, llevarlo a la gran pantalla no fue su primera opción. «Almudena era una gran espectadora de teatro y siempre decía que ella no sabía escribirlo, así que cuando releí este texto, me di cuenta que era un monólogo perfecto para el escenario», relata Álvarez. Pero el tiempo pasó y tras el fallecimiento de la autora madrileña, Álvarez también se percató de que nunca se había llevado al cine un texto suyo sin cambiar ni una sola coma.

Fue todo un reto porque la escritora es «tan rica en sus imágenes, que lo ves todo según lo vas leyendo y cuando llevas eso a la pantalla, a veces te nace cambiar cosas de sitio o suprimir elementos que ya se sobreentienden», cuenta quien antes de entrar a rodar estuvo durante más de un año asistiendo a reuniones de alcohólicos anónimos. Allí aprendió la importancia que tiene no solo lo que se cuenta sino a quién se lo cuentas. Por eso, aunque en el texto de Almudena Grandes no hay otras voces, en el cortometraje sí que hay otros personajes que atienden e, incluso, comentan la jugada, aportando otros puntos de vista. «Es que además en pantalla es muy difícil aguantar un plano secuencia con una sola persona. Lo bueno que tiene el cine es que da la posibilidad de mostrar otros mundos que subyacen en el texto», subraya.

Israel Elejalde, Dafne Fernández o Ginés García Millán arropan el espectacular trabajo de Esperanza Elipe, que desprende una naturalidad pasmosa ante un texto nada fácil, que va cogiendo tintes más y más surrealistas a medida que llega a su conclusión. «Es absolutamente brillante», coincide Álvarez. «Llevar este pedazo de peso encima, con la solvencia y la maestría con la que lo lleva Esperanza es muy difícil -señala-. Consiguió entrar perfectamente en el papel, hicimos ensayos y hablamos sobre el tema. De hecho vino conmigo a alcohólicos anónimos alguna vez. Es verdad que todo esto que parece bastante inverosímil, cuando entras en una barrena de ese tipo se te pasan muchas cosas por la cabeza».

Accesibilidad

De Marianne, que también tiene su hueco en escena a través de diversos flashbacks, hace la actriz sorda Ángela Ibáñez. Cree la directora que el mundo de la cultura cierra a menudo sus puertas a personas como ella por desconocimiento. «Seguimos teniendo la creencia de que existen los sordomudos y no es verdad. Algunos no hablan porque no han aprendido como nosotros por repetición, pero su aparato fonador está perfecto. Pueden trabajarlo y hacer cualquier tipo de personaje con texto», asegura la directora, que fue galardonada con el Premio Accesibilidad AICE 2023 y siempre realiza sus producciones con Mezzoforte 111, una productora inclusiva. En este sentido, Álvarez se queja de que las personas sordas no pueden ir al cine porque los subtítulos de las películas no son accesibles. «Despreciamos a casi un 15% de la población -lamenta- y debería ser un proceso más de hacer una película. Nadie nos planteamos saltarnos el paso de hacer el color de la película, pues esto debería ser igual. La cultura es un derecho».

Con una duración de 22 minutos y rodado en dos jornadas, al corto aún le queda un amplio recorrido por festivales, después del caluroso recibimiento que tuvo en Orense. «Estamos muy contentos. Era la primera vez que se proyectaba al público y rompieron en aplauso en varias ocasiones. Gustó mucho», asegura Álvarez, que tras este periplo por certámenes, dará más pasos para hacerlo llegar al mayor público posible. «Este corto lo hice por y para Almudena y para mí fue un gran regalo. Tengo tanto respeto, admiración y cariño hacia ella, que me parece mentira que coja vida solo, pero supongo que es lo justo para él y que a ella le gustaría», concluye la directora.

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