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El diestro Andrés Roca Rey en una imagen del documental 'Tardes de soledad'.
Albert Serra desdeña la polémica en San Sebastián con su «fascinado» retrato del torero Roca Rey

Albert Serra desdeña la polémica en San Sebastián con su «fascinado» retrato del torero Roca Rey

Su documental 'Tardes de soledad' ensalza «el valor y el compromiso» del número uno del toreo, al tiempo que detalla sin escatimar sangre el sufrimiento del animal

Oskar Belategui

San Sebastián

Lunes, 23 de septiembre 2024, 17:11

Todas las ediciones del Festival de San Sebastián arrancan con una polémica que se desvanece al día siguiente de la proyección. ¿Alguien se acuerda ya de 'No me llame Ternera'? El 'escándalo' de este año viene de la mano de un director aupado por la crítica y los festivales internacionales, al tiempo que ignorado por el público español, Albert Serra, que presenta en la sección oficial un documental sobre el mundo de los toros. El autor de 'Liberté' y 'Pacifiction' ha seguido durante tres años al número uno del escalafón, Andrés Roca Rey, al que ha filmado en la intimidad de su habitación de hotel, en la furgoneta con su cuadrilla y a lo largo de 14 corridas en plazas como Las Ventas, La Maestranza y Vista Alegre.

El anuncio de que 'Tardes de soledad' iba a estrenarse en el Zinemaldia soliviantó al PACMA de Guipúzcoa (Partido Animalista con el Medio Ambiente), que pidió al director del certamen, José Luis Rebordinos, sin conseguirlo, la retirada de la película por fomentar «la normalización de la violencia hacia los animales». Podemos Euskadi se ha sumado a la concentración en el Kursaal prevista para la tarde del lunes durante el estreno de gala de un filme que, según ellos, «romantiza la tauromaquia», algo que a Serra parece importarle muy poco.

«No me parece ni bien ni mal, que hagan lo que quieran», zanjó el director catalán. «Me parece ridículo enfocar el asunto en las obras de arte solo porque tocan un tema. ¿Por qué no prohíben los cuadros que tocan la guerra o descuelgan de los museos los retratos de gente mala? No tiene sentido. La obra de arte existe para ser testigo de ella misma. No le veo relevancia. ¿Romantizo la tauromaquia? No sé si sería la palabra. Admito una cierta fascinación por el valor y el compromiso de Roca Rey, hasta qué punto eso sería romantizarlo es difícil de definir».

'Tardes de soledad' se construye como si fuera una corrida a lo largo de dos horas, en la que su protagonista mata seis toros. Serra rodó durante tres años a Roca Rey y Pablo Aguado, aunque las imágenes de este último se han caído del montaje final porque se iban a las cuatro horas de duración. Sin voz en off, con el habitual estilo de planos largos del autor de 'Honor de cavalleria', hipnótico para unos, letárgico para otros, la cámara se mantiene pegada al toro y al torero sin que en ningún momento veamos el contraplano del público en el tendido. El sonido es crucial en el filme. A diferencia de las retransmisiones televisivas de las corridas, aquí escuchamos gracias a los micrófonos inalámbricos de última generación los bramidos del toro, la respiración del diestro, los consejos de la cuadrilla.

El director Albert Serra en el Festival de San Sebastián. Efe

Hasta al espectador más lego en materia taurina le interesará la liturgia que descubre Serra. Los halagos constantes y exacerbados de los subalternos: «¡Ole tus huevos! ¡Qué ser humano más grande eres!». Los insultos a un toro al que no parecen querer mucho cuando muestra peligro: «Cabrón», «criminal». Las corridas se suceden una tras otra sin saber cuándo se celebran ni dónde estamos. Serra, en efecto, parece fascinado por el torero peruano, siempre preocupado, concentrado, serio, pensativo, reflexivo, en contraposición al gracejo sevillano de su banderillero. Es un mundo de hombres, en el que solo aparece una mujer unos pocos segundos para hacerse una foto con el maestro, al que vemos vistiéndose el traje de luces ceremoniosamente en una suite del Ritz. Con sus medias rosas, colocándose el paquete y con un rosario de cuentas al cuello se asemeja a una bailarina.

Aunque a uno no le gusten los toros resulta imposible no conmoverse ante la extraña forma de vida de un hombre que se juega la vida cada tarde. «Estoy pensando: ¿por qué no me ha pasado nada?», se pregunta camino del hotel, cuando regresa al hotel vestido con un pijama hospitalario tras un revolcón del morlaco. Serra graba tres cogidas sin consecuencias y se pregunta qué pasa por la cabeza de Roca Rey. Esta es una película sobre el miedo. Recoge las charlas nerviosas y aliviadas de su cuadrilla tras una tarde en la que se rozó la tragedia. Impresiona la secuencia en la que el diestro se desviste y su ropa está empapada de sangre, sudor y arena de la plaza.

Roca Rey en una imagen de 'Tardes de soledad'.

El director también reserva planos impactantes para el toro, que en algunos momentos mira directamente a la cámara, como si interrogara al espectador. Muestra con claridad quirúrgica los estragos de las banderillas y de la lanza del picador. La sangre recorriendo el lomo del animal a borbotones y la espada penetrando en la carne en el último lance. Mientras en televisión vemos al torero alzando la oreja, aquí contemplamos los espasmos del toro tras el descabello mientras es arrastrado por las mulillas. Suena la música de Sibelius. Queda para el espectador pensar si se ha cometido una hazaña o una carnicería.

La recepción de 'Tardes de soledad' en San Sebastián ha dependido de la postura que cada uno adopte ante los toros. Unos hablan de obra maestra, otros han visto una crítica e incluso hay quien habla de homoerotismo. La cinta, en la que participan RTVE, TV-3 y el canal francés ARTE, se verá en festivales de todo el mundo y llegará a los cines españoles el próximo año. «La película ha sido seleccionada para todos los festivales, hasta a mí me ha sorprendido», contó su autor. «Nueva York, Tokio, Alemania… Hasta en los países más políticamente correctos la han pedido, porque la mirada desde fuera no tiene nada que ver con la que hay aquí. Tienen una mirada antropológica hacia algo que existe y les interesa cómo es retratado, su relevancia artística y cinematográfica».

Andrés Roca Rey regresa al hotel tras una corrida en el filme.

El origen del filme, desveló Serra, es un encargo del máster documental de la Universidad Pompeu Fabra al que no supo decir que no. «Se trataba de buscar con la cámara cosas que con los ojos humanos no pueden verse, capturando momentos», detalló. «La película tiene una pequeña pátina de fantasía, parte de una realidad que se va estilizando. Fuimos aprendiendo y descubriendo cosas, como los diálogos de la cuadrilla, que nos sorprendieron en el montaje». Su perspectiva ante un tema controvertido, insistió ha sido «pura e inocente».

«A mí no me afectaba, ni fu ni fa. Me posiciono un poco porque se nota cierto aprecio hacia la tauromaquia, es indiscutible. Pero al mismo tiempo la honestidad del relato hace que todos los elementos visuales estén con toda su expresividad. También hay un poco de ironía y humor, no se toma tan en serio absolutamente todo. Pero hay fascinación y un cierto aprecio por el protagonista principal. No renuncio a hacer una película de arte, que lo es en sí misma y no está al servicio de ninguna causa, sino del cine. Si estuviese pendiente de lo que piensa la gente sobre este tema nunca haría nada».

'Tardes de soledad' quizá logre que un antitaurino vea a un torero con otros ojos o puede que, al contrario, le reafirme en su convencimiento de que la fiesta nacional es maltrato animal. ¿Que Albert Serra podría haber contado lo mismo en la mitad de tiempo? También. Más allá de polémicas, el director reivindica «un acto trascendente en estos tiempos en los que todo es comunicación y opiniones». «Si en la guerra de Ucrania quieren ganar solo hay una manera: luchando en el campo de batalla, no con discursos en la Unión Europea. Entiendo el motivo misterioso que hay tras la tauromaquia. El miedo nos impide hacer cosas importantes, atrevidas. Y ese es otro de los grandes temas de la película, una pequeña lección metafórica».

¿Quedará 'Tardes de soledad' como testimonio de un mundo que languidece, pendiente de que los más jóvenes compartan el amor a la Fiesta? «Desde dentro no quieren pensar que es un mundo en decadencia», observó el director. «No dejan de ser conscientes de la evolución de una sociedad que quizá va hacia otro lado. Pero esa consideración sociológica no nos importaba para la película. El elemento crepuscular no afloró cuando nos vimos dentro, ese debate sociológico quedó fuera del fragor de las imágenes».

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