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Eduard Fernández en la piel de Manolo Vital, chófer de autobús urbano en Barcelona. Lucía Faraig
'El 47': Un actor inconmensurable en un recordatorio del orgullo de clase

'El 47': Un actor inconmensurable en un recordatorio del orgullo de clase

Eduard Fernández vuelve a deslumbrar en la piel de un chófer de autobús barcelonés que en los años 70 luchó por mejorar las condiciones de vida en un barrio de aluvión

Jueves, 5 de septiembre 2024, 13:42

Las chabolas que crecían en la periferia de las grandes ciudades españolas a finales de los años 50 obedecían una ley inflexible: si al anochecer no tenían techo, todo lo precariamente construido se derribaba sin contemplaciones. Así arranca 'El 47', con los vecinos de Torre Baró, inmigrantes de Castilla, Andalucía y Extremadura, afanados en levantar barracas con tejado de uralita en los montes que rodean Barcelona. Pronto aprenden que les irá mejor si unen sus fuerzas y se concentran en una sola casa.

Tráiler de 'El 47'.

El espíritu de comunidad y la conciencia de clase, el orgullo obrero, son los grandes temas del sexto largometraje de Marcel Barrena, un director volcado en los dramas sociales y el espíritu de superación: '100 metros', 'Mediterráneo'... De 1958 saltamos a 1978, con los vecinos de Torre Baró dejados de la mano de Dios en las alturas de Barcelona, condenados a trepar por un sinfín de escaleras en busca de agua corriente.

Uno de sus vecinos, conductor de autobús urbano, dirá basta y acabará encendiendo la mecha de la rebelión, empeñándose en subir el vehículo que conduce desde la Plaza de Catalunya a los caminos de cabras sin asfaltar de Torre Baró. Eduard Fernández vuelve a deslumbrar tras 'Marco' en la piel de Manolo Vital, el chófer y activista (cuando no existía esa palabra), que pasó de la pancarta a la acción.

Como tantas historias basadas en hechos reales, 'El 47', en cines desde el 6 de septiembre, no oculta que busca poner la piel de gallina en su predecible 'crescendo' de acontecimientos. Lo logra gracias a un inconmensurable Fernández en la piel de un hombre rudo, íntegro y carismático a su pesar, y a una estupenda galería de secundarios entre los que destaca Clara Segura, la monja devenida maestra que robó el corazón del protagonista.

Una asamblea vecinal en 'El 47'.

Así, 'El 47' resulta oportuna por muchos motivos: por recordar que los emigrantes construyen nuestra sociedad, por alternar de manera modélica el catalán y el castellano, como en la vida misma, por homenajear a Pasqual Maragall y por echar la vista atrás a una España de anteayer, en la que la movilización política y social apagó los rescoldos del franquismo.

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