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El mal como enfermedad contagiosa. Esta es la premisa sobre la que se sustenta 'Cuando acecha la maldad', premiada como Mejor Película en Sitges. El mal contamina. El mal se extiende. El mal se impregna en la piel del ser humano. El mal es un ... pus que crece en nuestro interior hasta que el cuerpo revienta. Esta idea no es nada nuevo en el género. Sin embargo, en manos de Demián Rugna, cineasta argentino a quien seguir la pista, que ya dio signos de interés con la recomendable 'Aterrados', el tema adquiere una nueva dimensión, a ratos repulsiva. El director y guionista busca nuevas vías de expresión, desatando una agradecida creatividad que no siempre da en la diana pero remueve las tripas y genera una sensación de sordidez digna de aplauso. Rugna construye una atmósfera inquietante, que hasta se respira. Huele a horror, sin la necesidad de echar mano de sustos de manual. La incomodidad va embriagando al espectador según el mal cobra fuerza. Algunos momentos escalofriantes incluyen a tiernos infantes cubiertos de sangre. ¿Quién puede matar a un niño? El show no es apto para cualquier público.
Comienza el desasosiego en un pueblo apartado del mundo donde dos hermanos encuentran un cadáver partido en dos en uno de sus paseos por los alrededores de su vivienda. Viven aislados en el campo, como la mayoría de los lugareños, alimentando algunas creencias sobrenaturales. En una casa cercana hay un «embichado', un tipo poseído que engendra en sus entrañas una suerte de ente diabólico. Es una viscosa montaña de pus cuyo hedor llega a leguas de distancia. La bola de carne quiere que le maten cuanto antes, pero esa solución no es la correcta si los protagonistas no quieren que el terror se extienda por toda la zona. El infecto encarnado infecta a quien le toca, sea un gañán o un perro sosias de Cujo. Pronto el apocalipsis se desata, como en el comienzo del remake de 'Amanecer de los muertos', cuando Zack Snyder era bueno.
Hay gore, mucho. 'Cuando acecha la maldad' cuenta con buenas prótesis y efectos de látex. No hace falta ordenador para sembrar el pánico en la platea. Su naturaleza modesta es un punto a favor. Hay sugestivas soluciones visuales a la falta de medios. Estamos ante una producción ajustada, pero en ocasiones se nota la supuesta premura en el rodaje, sobre todo en algunas actuaciones y soluciones de casting.
'Cuando acecha la maldad', protagonizada por Ezequiel Rodríguez ('Días de vinilo'), empieza con pie firme y va creciendo sobremanera, introduciéndonos en un relato macabro que parece querer reflejar metafóricamente los problemas de jerarquía y conciencia de clase que asolan Argentina. Muchas preocupaciones se suman a una insultante pobreza. La insolencia de los protocolos burocráticos y la incapacidad de la policía también están presentes con algunas agudas pinceladas. Al final, todo queda en un apunte, se va perdiendo la parábola social en pos de un espectáculo perturbador cuyo ritmo pincha inevitablemente cuando aparecen los diálogos explicativos y las casualidades. El protagonista, un desastroso padre de familia separado que grita demasiado, no tarda en toparse con alguien que puede arreglar el diabólico desaguisado. El desenlace, demoledor, no es tan satisfactorio como el resto de la propuesta. Falla la puesta en escena cuando entra en juego el guiño excesivo a una película de culto de Chicho Ibáñez Serrador, ya insinuada en el presente texto al final del primer párrafo.
«A la maldad le gustan los niños y a los niños les gusta la maldad«, comenta un personaje clave que como viene se va. La maldad se alimenta del miedo, así lo refleja 'Cuando acecha la maldad', poderosa en algunos pasaje aunque imperfecta en su tramo final. El mal engendra el mal, como la violencia, este es el mensaje final de un filme interesante que se atreve a mostrar algunas imágenes políticamente incorrectas en los tiempos que corren. Lejos de buscar la provocación, cultivan una sensación de malestar que no es fácil de encontrar en un cine de terror actual tremendamente domesticado, viciado por los sustos provocados por la subida del volumen del sonido y los memes de Internet. ¿Es la mejor película de terror del momento? Sin duda, es un lujo poder verla en pantalla grande en una sala oscura. Se ha ganado este privilegio gracias a una atmósfera desasosegante, aunque no remate la faena. El boca-oreja ha crecido gracias a su tirón en los festivales. Su lógico interna es endeble, pero logra atrapar y sorprender con más éxito que el grueso de sus competidoras. Vamos a darle un 'sí', a la espera de próximos estrenos. Demián Rugna promete.
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