Las diez noticias imprescindibles de Burgos este lunes 3 de febrero

El «no sé de qué maletas estamos hablando» es el nuevo «ese señor del que usted me habla». Es tan fácil cabrear a la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González, que no sé cómo ella misma aceptó semejante cargo. Uno en el que tienes que ... dar cuenta a los periodistas y a la oposición. Lo de que Sánchez la nombrara tampoco es lo peor que se le ha ocurrido. Además, me encanta esa pinta entre galerista y editora intensita.

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Jaime Salinas, de quien se acaban de editar las cartas a su amante escritor en 'Cuando editar era una fiesta' (Tusquets), fue director general del Libro y Bibliotecas entre 1983 y 1985 con Felipe González. Luego, del 86 al 91, trabajó en Aguilar (antes lo había hecho en Seix Barral y Alianza). En una carta de 1989 escribe: «Parece que ese mundo de la edición en que participamos una serie de gentes está llegando a su fin. Los Príncipes (el calificativo es de Javier Pradera) estamos siendo barridos por zafios tecnócratas. ¡Si por lo menos hubieran sido los proletarios!». González (Arancha) parece una tecnócrata de esas. Lo de zafia me lo ahorro. No sé si hay proletarios en el Gobierno. Creo que no. Haber sido cajera no te da categoría de proletario. Hay que ser bobo para pensar que con eso te pinchan. Con eso te hinchan. Estamos en tiempos de loca aristocracia invertida.

No se es mejor por ser o haber sido pobre (por otro lado, nadie del Gobierno ha sido niño dickensiano). Tampoco se es mejor por haber sufrido. El sufrimiento como fuente de autoridad moral se lo pueden meter muchas veces por dónde quepa. Ser víctima no es siempre argumento para exigir adhesión. Mucho menos para poner el nombre a una ley. No es mejor Arancha González que Irene Montero.

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