La última burbuja de internet se hincha en torno al concepto de la propiedad y la exclusividad. Un cuadro digital se ha vendido por 58 millones de euros. No se puede colgar en la pared porque sólo existe en esa nube conocida como la web. ... El creador de Twitter, Jack Dorsey, ha subastado el primer 'tuit' de la historia. Sólo se puede encontrar en la red social y cualquiera puede verlo; pero alguien ha pagado dos millones por poder gritar: «¡Esto es mío y sólo mío!». Su comprador lo comparó con la adquisición de la Mona Lisa. Ahí es nada. Esta locura dilapidadora es posible gracias a una nueva tecnología conocida como NFT. Certifica que se trata de un archivo digital único así como su pertenencia al mejor postor. Ese sello le distingue de cualquier copia, tan sencillas de hacer, y le da el valor especulativo.
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A este paso, los arqueólogos del futuro no van a tener que excavar sino conectar el wifi. Los museos sólo existirán tras las pantallas. Básicamente un apagón digital tendrá la capacidad de acabar con cualquier expresión cultural o artística. O tal vez estalle la burbuja y no se equipare una frase de cuatro palabras en un red social con una obra de Da Vinci.
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