Imaginen la siguiente estampa. Unos padres deciden colocar en el muro del colegio fotos de la infancia de sus hijos sin su consentimiento. Estarán a disposición de conocidos pero también de cualquiera que pase por allí. Puede parecer impensable pero sucede todos los días en ... las redes sociales. Se conoce como sharenting, la unión de las palabras inglesas 'share' (compartir) y 'parenting' (paternidad). Según el estudio 'EU Kids Online 2019', 9 de cada 10 padres y madres comparten imágenes de sus hijos en las redes. Y solo el 25% de los protagonistas de esos recuerdos regalados ha dado su permiso.
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Detrás de esta práctica inocente se encuentran multitud de riesgos desconocidos para los progenitores. Los menores se ven expuestos a fraudes, ciberbullying o incluso pedofilia. En Instagram existen 191 millones de publicaciones con el hashtag #baby, que indican la foto de un recién nacido. Cuando aún no pueden siquiera andar, ya tienen una hipoteca digital en Internet. Les acompañará casi toda la vida y será difícil de eliminar. Quizás no estaría de más pararse a pensar si una falsa popularidad medida en likes merece correr esos peligros
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