Con esto del coronavirus y de la situación de pandemia mundial casi todos estamos asustados de la enfermedad, ansiosos a causa del aislamiento y preocupados por lo que vendrá, pero hay unos cuantos colectivos, muy pocos, que se están viendo beneficiados por el nuevo 'statu ... quo': los perros, que con toda la familia reunida en el salón y sus horas de paseo multiplicadas no dejan de menear la cola; los opositores, quienes de pronto y sin previo aviso se han visto felizmente acompañados en su cuarentena voluntaria; y, por supuesto, la Casa Real, que con todo este follón ha conseguido que la mayor crisis a la que habría tenido que hacer frente en los últimos años esté pasando desapercibida ante la opinión pública. Pese a todo, la filtración de las donaciones millonarias del rey emérito a Corinna Larsen ha levantado las alfombras, y la institución ha tenido que salir al paso, con un comunicado que confirma más que desmiente, según el cual Felipe VI renunciará a la herencia que le correspondería por parte de su padre y Juan Carlos dejará de percibir asignación alguna a cargo de los presupuestos generales del estado.

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Teniendo en cuenta que últimamente tenemos temblando la hucha de las pensiones, me parece de recibo que dejemos de financiar entre todos, con casi 200.000 euros anuales, a un señor que tiene varios millones de euros ocultos en el extranjero. Lo que no me cuadra tanto, qué quieren que les diga, es que Felipe renuncie a su parte y deje tanta pasta en manos de las infantas: el dinero podría terminar engrosando las cuentas de un instituto dedicado a la organización de eventos deportivos y, de paso, al fraude fiscal. O lo que es aún peor, financiando la educación de Froilán.

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