El plan Madagascar de los nazis es tan cliché como Hedy Lamarr y el wifi. De vez en cuando nos lo vuelven a contar, como si nuestra memoria fuera la de Drew Barrymore en '50 primeras citas'. Voy a caer en el cliché. Culpa de ... Boris Johnson. El plan Madagascar fue una idea de Franz Rademacher para mandar a los judíos a la isla que todavía era una colonia francesa. Pero caída Francia, la rapiñarían. Sería un estado policial bajo las SS. No pasó.

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La propuesta de Boris Johnson de enviar a los solicitantes de asilo a Ruanda recuerda a Madacascar. Y a otros casos que sí se llevaron a la práctica. Ruanda y Uganda han recibido unos 4.000 deportados de Israel. Un tipo de «salida voluntaria». No es lo de los presos ingleses enviados a Australia desde finales del siglo XVIII.

El Gobierno británico ha firmado un acuerdo con el de Ruanda. 144 millones de euros para el plan. Leo en la wiki que la última década está consiguiendo crecer más que ningún país en África. Y que cuatro de los siete puestos del Tribuna Supremo están ocupados por mujeres. Claro que a nadie se le olvida el genocidio del Gobierno hutu sobre los tutsis. El millón de personas muertas en 1994. Pero resulta que ahora es el país más seguro del continente. El plan está pensado para varones adultos, «emigrantes económicos» según el Gobierno británico. Y lo puede hacer porque puede. Por la libertad que le da el 'brexit'. A Johnson le toca las greñas que los que llegan a Calais hayan pasado antes por países de Europa «donde podrían y deberían pedir asilo».

Desde la comodidad, quizá no entienda que alguien quiera ir a Ruanda. Parece algo de 'Years and years'. Pero, sobre todo, una siniestra medida de disuasión para no coger el Canal de la Mancha.

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