Que me pinchen

Muchos ciudadanos de Castilla y León se encontraron de pronto con el cartel «Hoy se suspende la vacunación con AstraZeneca. Perdonen las molestias». Más molestias tiene la enfermedad. Dada la incertidumbre y los palos de ciego que estamos dando (en España, en Europa, da igual) el cartel es como uno de esos de «Hoy no se fía. Mañana, sí».

La EMA, la Agencia Europea del Medicamento, la ciencia que nos hemos dado, dice que sí que hay vínculos entre la AstraZeneca y «casos muy infrecuentes de coágulos sanguíneos». Pero que el riesgo de mortalidad de la enfermedad es mayor que el riesgo de los efectos secundarios. Que se puede seguir vacunando. Pero que tendrán en cuenta las limitaciones a ciertos grupos de edad en futuras evaluaciones. La EMA es como la Vicky Pollard de 'Little Britain', igual de elocuente. Yes, but not, but yes…» O sea, «Sí, pero no, pero sí, pero no, pero sí». Antes de la peste del demonio ya teníamos limitados los derechos civiles (cuando entrabas en un aeropuerto, en un paritorio, en una peluquería). Con la peste, los derechos fundamentales han ido minándose. Que me pinchen. El SST y los trombos son tan raros como han empezado a serlo los derechos.