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Pelar una patata

Pelar una patata

A la última ·

Lunes, 30 de noviembre 2020, 00:01

Dice Santiago Alba Rico, en su libro 'Ser o no ser (un cuerpo)': «(…) pelar una patata es una de las tareas más duras y al mismo tiempo más satisfactorias que cabe imaginar. Satisfactoria porque el resultado de la acción es mensurable con los ojos; dura ... porque dura: porque requiere tiempo.» Con los placeres pequeños pasa algo similar a lo que sucede con las tareas cotidianas: sólo merecen la pena cuando la posibilidad de su repetición está garantizada. De nada sirve —y en muy poco aprovecha— hacer una tarta, acariciar un perro, salir a pasear sin el móvil en el bolsillo o echarse la siesta a sabiendas de que ese rato será el único que podrás dedicarle a esa alegría cotidiana en varios meses. En este sentido, y pese al relato que en ocasiones nos culpabiliza por no ser capaces de «ser felices con poco» —menuda trampa del capitalismo—, los placeres sencillos son en realidad bienes de lujo, porque sus requisitos imprescindibles —el tiempo y la calma— son cada vez más escasos.

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