Que un político pida perdón es algo tan poco frecuente que este martes, cuando Agustín Zamarrón -médico y diputado del PSOE por la provincia de Burgos; feo, católico y sentimental- se disculpó ante el pueblo español por la incapacidad de su Cámara para otorgar Gobierno ... a la nación durante la última legislatura, me dieron ganas de levantarme del sofá y aplaudir. Me acordé -porque así funciona la libre asociación de ideas- de aquella 'miss' venezolana que se hizo viral, allá por el 2006, por no ser capaz de argumentar si es más difícil pedir perdón o pedir permiso. Al final la pobre mujer, imagino que aturullada por los cientos de oídos que esperaban una respuesta frente a ella, contestó que es más difícil pedir perdón, pero su razonamiento no fue demasiado convincente. Sin embargo, creo que está en lo cierto: disculparse ante el otro requiere humildad, altura de miras y un espíritu crítico que pocas veces abunda entre la clase política.

Publicidad

Tras esta declaración cargada de dignidad, la pregunta evidente es si la ciudadanía está dispuesta a indultar la arrogancia de muchos, la ambición de algunos y la ineficacia de todos los que forman parte del circo: ellos son quienes han remado, en mayor o menor medida, hasta el punto de no retorno en el que nos encontramos. Desde luego, y a la vista de los resultados de las últimas elecciones, parece que sí hemos perdonado; aunque los votantes de según qué partidos sean más rencorosos que los de otros y pese a que el voto de castigo de algunos se haya transformado en un número aterrador de escaños ocupados ahora por el odio y el atraso. Al final voy a tener que darle la razón al profesor Dumbledore -al de verdad, no a la versión patria que preside la mesa de edad del Congreso- cuando le dijo a Potter aquello de que es más fácil perdonar a los demás por haberse equivocado que por tener razón.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad