Paz Padilla es como Ludwig Wittgenstein. Quiero decir que se cree Wittgenstein el 18 de junio de 1929 en Cambridge y en su examen oral de doctorado delante de Bertrand Russell y George Edward Moore. Estaba presentando su 'Tratactus lógico-philosophicus' como tesis doctoral. Sus ... amigos pensaron que podía hacer eso para conseguir una beca de investigación, un puesto fijo con el que ganarse la vida. Y como tan bien cuenta Wolfram Eilenberger al principio de 'Tiempo de magos' (Taurus), Wittgenstein acabó el examen y dijo «No se preocupen, sé que jamás lo entenderán». Tengo que reconocer que Paz Padilla me ha alegrado el fin de año (y no Mota). En un directo del que sólo he visto trozos sueltos disertaba con Anne Igartiburu y María del Monte sobre lo inútiles que son las vacunas contra la variante ómicron y otras cuestiones lógico-filosóficas. Las caras de Igartiburu y María del Monte eran todavía más graciosas que ella misma.

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Mi amigo Javier Armentia ha explicado muy bien sus afirmaciones falsas sobre las vacunas y la variante ómicron del SARS-CoV-2-. Demostrando que Paz ha escuchado campanas. Eso además de que a ómicron la llama ónicron y a la proteína spike, spider. Dice Armentia que las vacunas «no fueron ideadas para reconocer las 32 mutaciones de la proteína spike que presenta esta variante, sin embargo, siguen reconociendo algunas de las que mantienen en común y protegiéndonos de las formas graves de infección».

Explicar algo a Paz Padilla es como explicárselo a la chica de 'First Dates' que tan ufana soltó no ser ni feminista ni machista. El chico al que tocó la ceporra le explicó que el feminismo era un movimiento y el machismo, una actitud. Da igual, no lo va a entender

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