Las nuevas tetas

Pienso en todas las palabras derivadas de 'cuerpo': 'incorporar', con esas dos acepciones preciosas, una que evoca unión y la otra altura; 'corpulento', adjetivo que de pequeña interpretaba de manera literal -cómo iba a ser veloz un deportista gordo-; o mi preferida, 'acuerpar', que en algunos países de América Latina equivale a apoyar. De todas ellas, 'anticuerpos' es la más extraña: lo anticorporal, lo opuesto, por tanto, a nuestros cuerpos, parece algo destinado a hacernos daño. Y, sin embargo, los anticuerpos nos protegen. Nos curan. Nos acuerpan. O al menos, eso hacían hasta que comenzaron a volverse un método perverso de selección profesional. Por si acaso, tendré que apartar unos euros para ir a hacerme la prueba y poder, así, actualizar el currículum. Tetas no tengo muchas, pero con las dos semanitas que me dio el coronavirus, de anticuerpos debo ir sobrada.