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Procuro olvidarla, dejarla en barbecho, pero Yolanda Fawcett Majors Díaz no para de hacer méritos. Mira que dar importancia a Twitter. Igual que los que anuncian con solemnidad que va a abandonar ese tingladillo. Como si me dices que vas a dejar de beber Coca- ... Cola. Y a mí qué me importa. Ahora resulta que Twitter es cosa de hombres, como Soberano. Como la Coca-Cola Zero frente a la Light. «Las redes sociales y, sobre todo, Twitter, están pendientes de los grandes titulares. Casi es como muy masculino, están pendientes del ombligo. Y yo vuelvo a decir lo que he dicho muchas veces, que nosotros tenemos que preocuparnos y ocuparnos de la vida cotidiana porque es muy feminista». O sea, que sólo los hombres se miran el ombligo (echa un vistazo a la mamarracha de Marina Abramovic) y son las mujeres las que se ocupan de la vida cotidiana. Por eso cuando voy a comprar fruta tengo que esperar a que tíos pesadísimos estén dando por saco al frutero con la madurez del aguacate. Ojalá esos tíos no fueran a hacer la compra y estuvieran en su casa haciendo cosas de hombres.
Pero mi parte favorita de sus palabras al grupo parlamentario de UP como nueva sacerdotisa (el blanco ayuda) es atreverse a decir: «Ya hay demasiada ansiedad y ruido. Y nosotros no somos gente de ruido». ¿Se refiere a la izquierda o a ella misma por su voz relamida utilizando el nosotros como plural mayestático? Incluso suponiéndole las mejores intenciones porque crea que el comunismo es bueno, porque crea de verdad (esto es de una intervención anterior) que este Gobierno ha hecho «un pacto con la esperanza» (anda, y con Bildu), lo que dice es falso. ¿Cómo que no son gente de ruido? También un continuo sketch de Pantomema Full.
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