Como señora mayor que compra libros y zapatillas sin parar, entiendo la acumulación absurda en un mundo capitalista lleno de cosas que no sabías que necesitabas. Pero al igual que no se me ocurre comprarme unos zapatos de rejilla, no se me ocurre comprar hijos. ... Veo lo de esa pareja millonaria de Georgia (no la de 'on my mind') que tiene 21 hijos. Una niña de una pareja anterior de ella y 20 gestados en un año por madres de alquiler.

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Al final voy a tener que dar algo de razón a los que ven cosas actuales en 'El cuento de la criada'. Y encima, cuando sacan la noticia en la tele, lo hacen con locuciones chistosas sobre la cantidad de pañales que usan y las 16 niñeras a las que pagan 400 euros al mes. Menuda gentuza. Y van presumiendo de semejante atrocidad. Oiga, que una cosa es querer muchos hijos, un mono y un castillo, como Julita Salmerón y soñar que haces croquetas con la carne de José Antonio. Pero esto se parece más a 'Los niños del Brasil', aunque la abundancia de infantes no tenga como fin clonar a Hitler.

Tampoco es que entienda la pasión de Josephine Baker, Mia Farrow o Angelina Jolie por acumular hijos. Pero estas han dado una vida mejor a personas, a niños que ya tenían la mala suerte de existir. Bueno, en el caso de Mia Farrow es probable que haya dado mala vida a alguno de sus vástagos adoptados. Cuando pensamos que un bebé es un ruido enorme por un lado, y ninguna responsabilidad por el otro, ¿qué responsabilidad tiene esta gente que compra hijos de manera compulsiva?

Lo mismo es un trastorno, como la cleptomanía. Tampoco soy tan insensible. Me pasa como a W.C. Fields: «Ah, escuchar esos pequeños pasos andando por la casa… No hay nada como tener un enano de mayordomo».

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