Futuro imperfecto

Los columnistas no nos podemos quejar: a pesar del 'stand by', el carrusel de la información inverosímil y absurda no se ha detenido ni un día. Pienso en la postulación de Kanye West como presidente de EEUU, en ese pobre actor porno acusado de homicidio por haber incitado a un señor a chupar un sapo venenoso, en la muerte de Billy el Niño con todas sus medallas puestas o en el regreso de Pasapalabra, que ya nos ha salvado unas cuantas tardes de la era post-Covid. No sabemos qué nos deparará lo que resta del verano, pero la cosa pinta entretenida: Donald Trump quiere retrasar las elecciones de noviembre, Abascal ha prometido una moción de censura al Gobierno –eso sí, pasao fiestas– y el rey emérito lleva una rachita en la que no nos da más que alegrías. El futuro lejano me abruma tanto que termina por importarme un bledo, pero la curiosidad por el futuro chiquitito, el imperfecto, el que sólo sabe mirar a un mes vista, es la fuerza morbosa que mantiene el mundo en marcha. Hasta entonces, nos vemos en los bares. Aunque sea con mascarilla.