Enfoquemos bien el sector forestal

Ahora, justo, cuando se cumplen diez años del reinado de Felipe VI y contemplamos los faustos de dicha celebración, recuerdo una conversación con el Rey en el marco de una audiencia en la Zarzuela concedida a la plataforma Juntos por los bosques, de la que COSE (la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España) forma parte. En esa animada charla D. Felipe expresaba su sorpresa por lo que cuesta transmitir los valores, tangibles e intangibles, (llamados ecosistémicos) del mundo que rodea a los territorios forestales y sus necesidades. Creo que su escasa aportación al PIB y una población cada vez más urbana tiene mucho que ver en ello. También los ciclos de maduración de los espacios forestales que bien pueden comenzar a partir de los 25 años.

Cada año, cuando llega el mes de junio y comienza la campaña de incendios forestales, tenemos la oportunidad de atraer el foco hacia nuestro sector forestal. Y lo hacemos diciendo que igual de (o más) importantes que los medios de extinción son los de prevención. Y prevención en este contexto es igual a gestión. Y gestión lleva implícito el concepto de conservación y restauración, pero también de aprovechamiento, pues conservar exige un esfuerzo de financiación que no puede salir únicamente de las arcas del estado o de los propios propietarios. Y cuando esto lo tenemos claro, vemos la necesidad de crear un tejido asociativo que permita vertebrar el territorio, para gestionar y planificar los recursos de forma organizada mientras se desarrolla una industria forestal ligada a la madera o a los bienes no madereros como frutos silvestres, resina, micología o corcho. Esta estructura abrirá el mercado laboral en los entornos rurales y permitirá a la población local quedarse a vivir en la tierra que los vio nacer.

Paralelamente a este enfoque bioeconómico, habremos puesto coto al riesgo de incendios pues un monte gestionado está más preparado para resistir el fuego. (Recordemos que lo que se quema tarda al menos 30 años en recuperarse) Además, habremos garantizado la biodiversidad de fauna y flora; habremos mantenido la calidad de los suelos y garantizado el ciclo hídrico, provocando más lluvias por la condensación en las masas forestales. Y por supuesto habremos logrado un aire más limpio. Toda una serie de beneficios ecosistémicos que son consecuencias felices de la gestión forestal sostenible y que la población urbana y rural debería ya conocer y exigir. Y por supuesto, las administraciones regionales deberían estar ya en ello, porque una parte de esa gestión de los montes de titularidad privada debería ser financiada por ellas, por cuanto hemos demostrado que los beneficios de esa gestión son para toda la sociedad.

Desde el sector forestal y de la propiedad forestal estamos seguros de que cada vez los ciudadanos van a demandar más el suministro de bienes y servicios que producen los espacios forestales porque alimentará la sensación de calidad de vida, como consecuencia de gestionar sosteniblemente los equilibrios medioambientales. Un suministro que va a depender de la población en el territorio. No queda más que mimar a la población que queda y aplicar políticas que atraigan a más personas. Un enfoque, el del sector forestal y su industria, y la generación de bienes y servicios que beneficien a la sociedad en su conjunto, (que tantas sinergias tiene con el sector agrario) que, en estos momentos, desgraciadamente para la sociedad española y sus intereses legítimos, no está en el foco inmediato de las políticas públicas. Y de los medios de comunicación, muy poco.

¿Qué debe pasar para que sea más fácil transmitir las bondades y necesidades de los territorios forestales a la población deslocalizada? Siempre llegamos al mismo punto, comunicación, información, educación, formación a una población que se alejó física y mentalmente de su territorio natural.

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