Elsa

El reciente linchamiento en Twitter de la cómica Elsa Ruiz -a cuenta de unos chistes rescatados de un programa emitido hace ocho años, descontextualizados y reinterpretados- deja ver cuán largo es el camino que tenemos por delante quienes creemos en la igualdad de derechos. Las ... cazas de brujas no son un fenómeno nuevo en las redes sociales: basta recordar el caso de Guillermo Zapata, el concejal del Ayuntamiento de Madrid que en 2015 tuvo que dimitir de su puesto de delegado del área de gobierno de Cultura y Deportes cuatro días después de haberlo estrenado porque, en el marco de una campaña de acoso y derribo contra la candidatura de Manuela Carmena, se sacaron del contexto de un debate sobre la libertad de expresión un puñado de chistes sobre el Holocausto. El caso de Elsa Ruiz es particular, porque su lapidación, a priori, podría parecer fuego amigo, ya que procede de ciertos colectivos autodenominados feministas -nada más lejos-; y también porque este odio visceral hunde sus raíces en su activismo en favor de los derechos de las personas trans.