Las diez noticias imprescindibles de Burgos este lunes 10 de marzo

Lo viejo no es malo. Lo viejo e inútil, quizá sí. Sobre todo, lo viejo que perjudica. Irene Lozano animó durante la jornada a llenar de decencia las urnas y Pablo Iglesias, en su allá va la despedida (yo me llevo la guitarra, porque la guitarra es mía, o sea, su indemnización por vicepresidente), lamentó no haber podido formar un gobierno decente. Es viejo y ya ha salido mal lo de enarbolar la superioridad moral e intelectual frente a la vileza de los otros, aunque los ciudadanos vayan y prefieran a los malos.

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Iglesias es un poco 'La decente', como Concha Velasco en la película de José Luis Sáenz de Heredia. Aquí el resumen de la Wiki: «Nuria, la joven y guapísima esposa de un rumano, multimillonario, historiador, aburrido y sordo por más señas, decide enviudar y para ello convence, por separado, a dos de los que fueron sus pretendientes, Roberto Clavijo, soltero y ornitólogo; y Pepe Orozco, también soltero y corredor de fincas para que maten a su marido y, a cambio, el ejecutor recibirá una recompensa vitalicia por los servicios prestados».

A veces uno es decente porque es preferible no complicarse con las molestias de la indecencia. A veces uno cree ser decente y mejor que los demás. Supongo que Iglesias piensa que la gente de Madrid que le ha votado poco prefiere un gobierno indecente. Ayuso ganó en todos los distritos salvo en dos. En los barrios obreros y en los otros. Lo de Iglesias recuerda el debate entre Giscard y Mitterand en 1974 para las presidenciales francesas. Ha quedado la demoledora frase del primero: «Usted no tiene el monopolio de la generosidad». Mitterand acababa de enumerar los problemas sociales. No funcionó entonces esa superioridad. A Pablo, tampoco.

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