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Como diría Herminia, no hay mal que cien años dure. O, todavía mejor, Dios aprieta pero no ahoga: estaremos enterrados en nieve, preocupados por la tercera ola y angustiados ante la incapacidad logística de las instituciones para distribuir las vacunas disponibles, pero al menos vuelve ' ... Cuéntame cómo pasó'. Para los incondicionales que llevamos desde 2001 pegados a las faldas de los Alcántara, un jueves sin Cuéntame es más largo que un día sin pan; y para esta juntaletras, que todavía aspira a tener algún día en sus manos el destino de la prole de Antonio y Merche, su regreso siempre supone una buena noticia.
En uno de mis episodios preferidos, en el que un busto de Franco termina ejerciendo de poste improvisado para una pachanga de fútbol callejera, la voz en off de Carlos nos advierte: «En la vida a veces surgen oportunidades muy difíciles de rechazar (…). Otras veces aparecen en el momento menos pensado, cuando miramos para delante y lo vemos todo negro. (…) Lo importante es crecer, avanzar, porque de todo se aprende: de lo que sale bien y de lo que sale mal. Y donde uno ve un problema otro ve una oportunidad». Tiene razón; y si no que se lo pregunten a Anna Allen, que vuelve a la serie tras su maravillosa aparición en Paquita Salas: aquello, más que una oportunidad, fue un triple tirabuzón —peligroso y difícil de ejecutar— del que salió reforzada. También lo sabe Manuel Dios, que tras veinte años en la piel de Luis formará parte del equipo de guión. Pero la que más claro lo tiene, como siempre, es María Galiana: hace unos días cuatro soldados de la UME la llevaron en brazos hasta un hotel de Atocha. Si eso no es capear el temporal con arte, que baje Dios y me lo cuente.
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