Un negocio estratosférico
En 2021, las ventas a través del App Store generaron 70.000 millones de dólares. Apple se lleva un poco más del 15%, unos 10.000 millones de dólares. Si comparamos ventas brutas sería el doble de lo que hace un monstruo como Uber. Si nos vamos al ingreso neto, esos 10.000 millones son similares a lo que genera otro monstruo como Adobe. Todos los costes importantes de este servicio son fijos (nube, comunicaciones y desarrollo software). La rentabilidad se dispara por encima del 80%.
Un negocio cuestionado en los últimos años
Desde hace un par de años, Apple ha sido demandado tanto por empresas grandes de los videojuegos como Epic, creador de Fortnite, Spotify o la empresa detrás de Tinder, como por reguladores nacionales (UE, Reino Unido, Corea del sur o Japón) en base a «abuso de poder» debido a esa comisión de al menos 15%. Apple no deja que las empresas puedan cobrar a los usuarios por fuera del sistema Apple. Es lo que se denomina un jardín cerrado.
Este mercado no existía, Apple lo ha creado.
En 2007, si querías lanzar una aplicación o servicio al mercado debías montar una página web, hacer que los usuarios llegarán a ella, asegurarte de la compatibilidad, conseguir la confianza del usuario para que pagara en tu web etc… La experiencia de uso era sencillamente horrible. Era casi menos que imposible conseguir que un usuario instalara tu aplicación y muy complicado que viniera instalada en el Nokia de turno. Resumiendo, no existía ese mercado.
Apple solucionó ese problema entre usuarios y empresas: Creó una tienda de aplicaciones que velaba por la seguridad del usuario, aseguraba una experiencia excelente e intermediaba entre los usuarios y las empresas para los pagos. Es decir: confías en Apple para pagar, y además sólo tienes que poner tu tarjeta una vez, reduciendo así la fricción de pago por parte de los usuarios. Apple «sólo» pidió una cosa: una comisión de lo que ventas entre el 15%, si eres grande, o el 30%, si eres pequeño. Quedaron fuera de esta comisión ventas físicas como ropa o supermercado: solo aplicaba a bienes virtuales como las vidas del Candy Crush o la suscripción de Netflix.
Las empresas abrazaron la oportunidad y se lanzaron a esta nueva ventana con el usuario que Apple creó. 13 años más tarde nos encontramos con el negocio hiper-rentable que todos conocemos.
Apple sabe que la evolución del mercado puede ir en su contra y se defiende
Apple lleva defendiendo un par de años su «derecho» a cobrar un 30% de los ingresos que las aplicaciones y juegos hacen en su app store, siempre que sea de bienes virtuales (música, vidas del Candy Crush etc…). Entiendo suposición: Apple ha construido todo ese nuevo mercado que permitía a los desarrolladores (pequeños y grandes) llegar a millones de personas como nunca. Lo que no entiendo, no comprendo y no comparto es su incoherencia.
Apple lanzó en 2021 en el entorno Android, su competidor, su aplicación Apple+ donde puedes ver sus series y películas si eres usuario del servicio. Además, te permitía comprar o alquilar películas de iTunes directamente desde el dispositivo Android.
En la última actualización, la aplicación ya no permite comprar películas de iTunes y en cambio aparece un «Cómo ver contenido» donde te explican «Puedes comprar, alquilar o suscribirte en tu Apple TV, iPhone o iPad».
Apple no estaba pagando a Google la comisión del 15- 30% de los ingresos que generaba a través de la plataforma de Android. ¿Por qué? Porque, casualmente, coincide con que la nueva versión también llega a la vez que algo muy relevante para Apple: el fin de la excepción por la que Apple no pagaba la comisión.
Es irónico que, cuando tiene que pagar comisión, Apple sólo deje disfrutar del contenido y no darse de alta para evitar pagar la comisión. Pero aún lo es más que te explique cómo darte de alta por fuera de Android, cuando Apple prohíbe ese comportamiento en sus propias plataformas.
Una incoherencia que le puede salir muy cara: su decisión es cortoplacista ya que Apple está defendiendo un negocio de 8.000 mil millones y en los juicios que tiene por delante esta incoherencia puede ser una de las claves para decantar la balanza en su contra.
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