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Bajarse de la hamaca, del chinchorro, es muy difícil. Yo parezco Pepe Viyuela (el Viyuela que hacía gracia con una escalera, no el de la alerta antifascista). La ministra Belarra se fotografió en Instagram hace una semana subida en una hamaca con un móvil en ... la mano. «Trabajando, pero a la fresca». Por mí podía estar todo el rato a la bartola sin dar ni golpe. Escribió en Twitter y dijo a Cintora que en España la oposición al Gobierno la hacen los jueces. Que la gente no lo entiende. Que hay que renovar el CGPJ. Que tiene que haber una justicia independiente. O sea, ni idea de lo que habla. ¿Qué tendrá que ver el CGPJ con el Tribunal Constitucional? Pero más grave es que la estirada ministra de Justicia y juez diga mayores barbaridades. Y con Vox siempre en la boca. Por no hablar de Margarita Robles y las «elucubraciones jurídicas» del TC. El cierrafilismo con Sánchez da bastante vergüenza.
No es el caso de Belarra, cuota de Podemos. Vale que no sale, ni ella ni los otros, a poner el grito en el cielo por la subida de la luz (como hacían antes), pero sigue siendo antisistema. Dice Montero la Chica sobre la sentencia del TC que «lo más grave es el secuestro del PP de los órganos constitucionales». A ella le vendría mejor que todos los jueces fueran simpatizantes de Podemos. Se supone que Encarnación Roca es juez progresista según el pantone de los bloques. Y la presionó Carmen Calvo. Belarra o Montero actúan todo el rato como Pepe Viyuela plegando una silla o bajándose de una hamaca. Pero a ellas se les supone poca sal en la mollera. Las señoritingas ministras del PSOE hacen lo mismo. Es lo que gusta a esta gente (ya lo hacen en leyes de Educación): igualarse por abajo.
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