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La broma infinita

La broma infinita

A la última ·

Sábado, 28 de diciembre 2019, 00:05

El Día de los Santos Inocentes se conmemora un episodio bíblico que no tuvo ninguna gracia. Y si no se lo creen, pregúntenle a María, a quien no le quedó más remedio que largarse a Egipto con un crío recién nacido a cuestas y acompañada ... por un marido que andaba con la mosca detrás de la oreja por el tema de la paloma. Y todo para que Herodes no sacrificase a su retoño: menudo calvario de viaje de novios. En cualquier caso, y si lo piensan bien, las inocentadas de nuestros días son un justo homenaje a aquel despropósito, porque tampoco son divertidas. Tengo un amigo humorista que odia las bromas, porque considera que son lo opuesto a su oficio: si el humor es, en esencia, un juego codificado entre un emisor y un receptor, en el momento en el que no hay pacto y la risa es unilateral, la magia se quiebra.

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