Hace años Pablo Motos se sacó de la manga que en el himno de la Champions había un mensaje oculto y se podía escuchar «el Barça, el Barça, que va a ganar la Champions…». Y parecía de verdad que se decía. En la serie 'Leyes ... de familia', en la canción de cabecera 'War', de Edwin Starr, parecía escucharse «Qué coño». En el Congreso se dice sin problema. Lo hizo Casado parafraseando a Sánchez (pero este no lo soltó en el Parlamento). El portavoz del PSOE en la cámara hablaba ayer de «falta de decoro». Hombre, a ver si el coño ha inaugurado la falta de decoro. Falta de decoro son esas inútiles comisiones de investigación paralelas a los procedimientos judiciales. La falta de decoro es hacer el ridículo frente a gente como Esperanza Aguirre («de-ci-mo-se-gun-da», corrigió con retintín a Rufián su doceava). Como Aznar (ese Iglesias empeñado en que no había dicho lo que había dicho). Como Rajoy (la ironía no se entiende ni en la radio ni en el Congreso).

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Supongo que no me parece bien el ¡Pero qué coño! de Casado. Sobre todo porque hay muchos quécoños que soltar a él y sus fieles. El término es más para Rociito escupiéndoselo a Olga Moreno. «No tiene coño». Parece algo tránsfobo. Pero iba dirigido a Olga Moreno, que físicamente sí tiene, creo, para expresar que no tenía huevos para no sé qué. No entiendo la memez de sustituir ovarios por huevos. O coño por huevos. Otra cosa es el «Porque me sale del…». Ahí sí es correcto. Ahí siempre ha habido igualdad entre hombres y mujeres. A cada uno nos salen las cosas de nuestras partes.

Lo más preocupante es que ese «¡Pero qué coño!» se considere peor que líneas rojas, migrantes, relato, resiliencia o que Yolanda Díaz cite los evangelios.

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