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Desastres 'naturales': ¿qué estamos haciendo mal?
Opinión

Desastres 'naturales': ¿qué estamos haciendo mal?

Si reorientamos nuestras inversiones y adoptamos mejores políticas de gestión del territorio, desastres como el de Valencia serán menos frecuentes y graves

Antonio Cendrero

Catedrático jubilado de Geodinámica Externa. Académico Numerario, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Miércoles, 13 de noviembre 2024, 00:29

El reciente desastre desencadenado por la DANA en el SE de España es una poderosa llamada de atención sobre las consecuencias del cambio climático. No solo del cambio climático, sino del cambio global, que afecta prácticamente a todos los componentes de los sistemas naturales. Pero la atención social parece centrarse en el clima y olvidar otros cambios. Tal vez no estemos abordando adecuadamente la solución. Según la gran mayoría de las previsiones, los episodios extremos aumentarán en el futuro a causa del cambio climático. Conviene tomar medidas para mitigar sus consecuencias.

Ahora bien, las inundaciones no solo dependen de la lluvia, sino de su interacción con la superficie del terreno, y este está cambiando muy profundamente por la expansión urbana y de las redes de infraestructuras, la minería y las canteras, las actividades forestales y agrícolas, etc. Aumentan las superficies impermeables y los terrenos desnudos fácilmente erosionables, se reduce la infiltración y se incrementa la proporción de lluvia que corre por la superficie. La erosión de los suelos desprotegidos aporta carga sólida a las aguas, incrementando su potencial destructor. Y también se ocupan, cada vez más, zonas de riesgo.

Variación de la frecuencia de desastres geomorfológicos

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1900

2025

Fuente: Remondo, J., Forte, L.M., Cendrero, A., Cienciala, P., Beylich, A.A., 2024. Human-driven global geomorphic change. Geomorphology 457, 1e10.

Variación de la frecuencia de desastres geomorfológicos

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1950

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Fuente: Remondo, J., Forte, L.M., Cendrero, A., Cienciala, P., Beylich, A.A., 2024. Human-driven global geomorphic change. Geomorphology 457, 1e10.

Variación de la frecuencia de desastres geomorfológicos

2,5

2

1,5

1

0,5

0

1900

1925

1950

1975

2000

2025

Fuente: Remondo, J., Forte, L.M., Cendrero, A., Cienciala, P., Beylich, A.A., 2024. Human-driven global geomorphic change. Geomorphology 457, 1e10.

Este problema ha sido objeto de investigación por parte de un equipo interdisciplinar liderado por la Universidad de Cantabria, en el que han colaborado investigadores de: España, Italia, Noruega, Polonia, Rusia, Estados Unidos, Brasil, Argentina, China, Singapur y Sudáfrica. Los resultados obtenidos muestran que, actualmente y a nivel global, el agente principal de modificación de la superficie terrestre somos las personas. Nuestra contribución a la erosión, y generación de sedimentos es, al menos, diez veces superior a la de los agentes 'naturales' (también influidos por actividades humanas).

La frecuencia de desastres debidos a inundaciones o deslizamientos de tierra y rocas (desastres 'geomorfológicos', por interacción del agua con el terreno) se ha multiplicado casi por diez desde principio de siglo XX. Lógicamente, todos los desastres relacionados con procesos naturales aumentan con el tiempo, ya que va habiendo más personas, edificios, etc., y por tanto la probabilidad de que un episodio natural violento produzca daños, también crece.

Lo que ocurre es que los desastres geomorfológicos crecen mucho más que los otros. La gráfica muestra la variación de la frecuencia de desastres geomorfológicos dividida por la frecuencia de los puramente climáticos (sin relación con el terreno). Hay un gran aumento desde principio del pasado siglo, y todavía mayor en las últimas tres décadas, como muestra la pendiente de la recta interpolada.

«La frecuencia de desastres debidos a inundaciones o deslizamientos de tierra y rocas se ha multiplicado casi por diez desde principio del siglo XX»

A lo largo del periodo cubierto, la evolución de la población, construcciones, etc., y el cambio climático, han sido los mismos para ambos tipos de desastres, evidentemente. Pero el cambio experimentado por la superficie terrestre afecta a los desastres geomorfológicos, no a los climáticos. De ahí el mayor incremento de los primeros. Esto, ocurre a nivel global, y ni España ni Cantabria son una excepción, probablemente más bien lo contrario.

Por tanto, además de las necesarias acciones encaminadas a mitigar el calentamiento global y el cambio climático, debemos prestar atención a la mitigación del «cambio geomorfológico», al parecer más determinante para problemas como el que nos ocupa. Para que las acciones sobre el calentamiento global produzcan resultados, es imprescindible que todos los países, especialmente las grandes potencias, las acometan.

Si los datos que he consultado son correctos, las emisiones de GEI del conjunto de Europa no llegan al 10% del total, y es la única región del mundo que ha reducido sus emisiones en los últimos años. Las emisiones de España, por supuesto, representan muchísimo menos, no digamos las de cualquier comunidad autónoma. En resumen, si nosotros hacemos nuestros deberes pero otros no los hacen, no habremos conseguido prácticamente nada.

Por el contrario, el cambio geomorfológico se puede mitigar a nivel nacional, autonómico y municipal, y obtener resultados independientemente en gran medida de lo que hagan otros.

Soto de la Marina de Cantabria, años 80.
Soto de la Marina de Cantabria, años 90.
Soto de la Marina de Cantabria, año 2005.

Las fotografías de arriba son un ejemplo quizás anecdótico y de pequeña escala, pero que ilustra situaciones similares, en ocasiones mucho más graves, que se dan en todo el país, probablemente también en la zona afectada por la DANA. Parece claro que nadie se debería sorprender porque el recién construido colegio se inundara. Y también que, durante décadas, se han hecho muchas cosas mal: por los responsables de la selección del lugar, la corporación municipal que lo aprobó, el arquitecto que diseñó el edificio sin considerar el funcionamiento del terreno, el organismo autonómico o nacional que aprobó el proyecto, los que decidieron hacer la costosa obra para corregir un problema que se pudo resolver simplemente seleccionando otro lugar y, finalmente, los que en unos veinte años no han realizado el necesario mantenimiento.

Como se ve en la imagen aérea, la mayor parte del cauce canalizado está hoy ocupado por árboles de porte considerable, y lo mismo ocurre a lo largo de todo el sector canalizado. Si hay un episodio de lluvias intensas, ese cauce será incapaz de desaguar adecuadamente. Las ramas y objetos varios que arrastre, actuarán como represa.

Volveremos a oír que ha sido un episodio excepcional e imprevisible, debido al cambio climático. Naturalmente que hay que combatir el calentamiento global, pero nuestros esfuerzos deberían dirigirse, sobre todo, a mitigar sus efectos. Estos y otros. Probablemente, si reorientamos nuestras inversiones y adoptamos mejores políticas de gestión del territorio, estos desastres serán menos frecuentes y menos graves. Independientemente del cambio climático.

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