Las diez noticias imprescindibles de Burgos este domingo 2 de febrero

Con tanto estado de alarma, tantos presupuestos generales, tanta subida de impuestos a los pobres curritos que ganan más de doscientos mil euros anuales y tanta moción de censura fallida, estamos pasando por alto la noticia de la semana: la NASA ha confirmado que hay ... agua en la Luna. Dos estudios recientes han podido detectar la presencia de grandes bloques de hielo en la parte más potencialmente habitable del satélite –a saber, la más iluminada por el Sol–, una reserva que podría ser clave para el éxito de futuras colonias humanas permanentes y otras misiones tripuladas.

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Con la que está cayendo últimamente en la Tierra, la promesa de un territorio virgen en el que empezar de cero como especie, por lejos que esté, resulta reconfortante. Sin embargo, y pese a todo, es posible que siga siendo más fácil erradicar el bicho, paliar sus consecuencias para la economía mundial, erradicar el hambre en el planeta y hasta echar a Trump de la Casa Blanca que mudarnos a la Luna: la baja gravedad, las temperaturas extremas, la larga noche satelital o el polvo abrasivo que conforma su superficie –por no hablar del despilfarro energético que supone el viaje– son sólo algunos de los factores que siguen haciendo difícil el sueño lunar. Al final, con las soluciones a los problemas pasa como con las explicaciones: la más sencilla suele ser la mejor, la más probable, la menos costosa. Por si acaso Ockham, tantos siglos después, siguiese teniendo razón, y por mucho hielo que hayamos encontrado en la Luna, será mejor que cerremos el grifo mientras nos lavamos los dientes aquí en la Tierra. Ya lo cantaba Pau Donés: «Agua y sed, serio problema / cuando uno quiere beber, pero el agua no está cerca».

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