Borrar
Operación de derribo del dominó gigante de mil piezas que simbolizó el fin del Telón de Acero, en el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. REUTERS
Un adoquín en la vitrina

Un adoquín en la vitrina

A la última ·

Jueves, 7 de noviembre 2019, 00:08

Mis padres nacieron con el Muro de Berlín ya en pie. Cuando yo llegué al mundo, sin embargo, ya hacía tres años que ese último bastión había sido demolido. Comenzaba una nueva etapa en la economía mundial, o eso aseguraban las voces autorizadas. La gramática ... nos enseña que los presentes compuestos no existen; y la Historia, que los presentes simples tampoco. Los que sí existen son los presentes continuos: monocromos, aburridos, instalados en la espera eterna de ese acontecimiento memorable que lo cambiará todo y nos regalará algo hermoso que contarles a los nietos. Pertenezco a esa generación sin pasado que no corrió delante de los grises, que no vio morir a Franco ni vivió la transición; la revolución sexual nos pilló de vuelta y, cuando nací, hacía años que la 'movida' había sido demolida por esa alianza negra entre las drogas y el neoliberalismo. Pero tener recuerdos, como casi todo, está sobrevalorado, y además tiene precio: el tiempo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

burgosconecta Un adoquín en la vitrina